1 de març 2011

¿A quien molestan las Cajas de Ahorros?

Revista 26 de la Fundación 1º de Mayo- Marzo de 2011


Hace medio siglo las Cajas de Ahorros estaban presentes en la mayor parte de la Europa Occidental. Este tipo de instituciones de origen diverso, de fundación pública, cooperativa o privada, tenían como objetivo canalizar el ahorro de las clases populares, y con ello efectuar una primera actuación de carácter social en el propio sistema financiero: Evitar la exclusión social en el  ámbito financiero.

Posteriormente y de forma paulatina las Cajas fueros desapareciendo en una serie de países, Gran Bretaña, Bélgica y finalmente Italia. Estamos hablando de países donde las Cajas de Ahorros habían tenido una importante presencia y posición. La desaparición en Gran Bretaña, ha tenido el efecto, con el paso del tiempo, de provocar que una parte de la población más humilde de ese país haya caído en la exclusión financiera, es decir que no tenga acceso a los servicios bancarios, de forma que nuevamente segmentos de su población  que, debido a sus bajas rentas,  no sean de interés para la banca y privada, y por tanto no tengan acceso a los servicios  prestados por estas entidades, o por ejemplo no puedan domiciliar sus recibos y deben volver a ir a pagar sus recibos a mano.

En Bélgica la principal caja de ahorros europea, Caisse Generale d’Epargne et de Retraite -CGER, fue privatizada, con el objetivo cabe suponer de dar mayor racionalidad a la entidad. Posteriormente formó parte de Fortis, conglomerado de banca-seguros belga-holandés, que en la reciente crisis financiera internacional desapareció y fue absorbido por el grupo francés BNP-Paribas.

En Italia, como en España, las cajas de ahorros tenían una gran importancia dentro del conjunto del sistema financiero, siendo la más importante de ellas la CARIPLO, Caja de ahorros de la Lombardía , que tras la desaparición de la mencionada caja belga se convirtió en la principal caja de ahorros mundial. Por su parte el sistema de cajas italiano, junto al español, eran los más importantes del continente. Hasta que en 1990 mediante la Ley Amato se trasformó y privatizó a las Cajas convirtiéndolas en  Fundaciones que controlaban una entidad financiera, es decir a un banco privado. Así la CARIPLO se convirtió en la Banca Intesa que posteriormente se fusionó con el Banco San Paolo, dando lugar al grupo Intesa- San Paolo. A partir de la Ley Amato, las grandes cajas italianas desaparecieron fagocitadas por la banca privada y solo se mantienen algunas de tamaño reducido a escala local o regional.

Es así como España ha sido el último país con un gran sector de Cajas de Ahorros, y donde a partir de los años 70 del siglo pasado las cajas significan una historia de éxito que las ha llevado a constituir el 50% del mercado financiero del estado, lo cual ha permitido una dualización del sistema entre bancos y cajas, que sin duda ha beneficiado la competencia en el sector financiero.  Durante más de cien años las Cajas de Ahorros han cumplido un importante y exitoso papel en nuestra sociedad. Han sido la base del ahorro popular, han evitado la exclusión financiera de amplios sectores sociales y han contribuido al desarrollo del territorio donde estaban inmersas. Sustituyendo en gran medida  la carencia de una banca pública progresivamente eliminada por los sucesivos gobiernos. Las Cajas han significado la existencia de una alternativa financiera de origen social a la cada vez más oligopolizada banca privada

El propio éxito de las cajas les ha llevado a tener grandes adversarios y enemigos confesos. En primer lugar la gran banca, y también otros importantes grupos económicos y de presión, incluso en los medios de comunicación. Sin embargo su exitosa historia y el hecho de su vinculación con las nacientes comunidades autonómicas han impedido en gran medida los intentos de expulsarlas de la carrera dentro del sistema financiero.
Todo ello a pesar que desde los años 80 y  desde instancias gubernamentales, y desde el propio Banco de España que debería ser neutral, se ha estado trabajando contra las Cajas. Lo cual no deja de sorprender en un país donde, exceptuando la actual crisis,  quien había padecido problemas y provocado costes a la economía había sido únicamente la banca privada, solo hay que recordar las sucesivas crisis bancarias, Rumasa, Banca Catalana,  o Banesto para poner algunos de los casos más notorios. Sin embargo parece que las Cajas de Ahorros, a pesar de su trayectoria estorbaban.

Con Carlos Solchaga en el Ministerio de Economía se efectuó el primer intento de privatización de las Cajas con la creación del instrumento de las Cuotas Participativas, embrión para introducir al capital privado en estas entidades sociales. En más de 25 años y pese a posteriores intentos gubernamentales para potenciarlas, el último con Rodrigo Rato, las cuotas no fructificaron jamás. La razón fue simple, desde el sector, y en especial desde CCOO, se dio por hecho que sólo una caja que tuviera problemas acudiría a emitir este tipo de instrumento de capitalización. Y solo una caja, la CAM, lo hizo y para todos fue muy claro el porqué.

Ahora, como en tantas otras cosas, la crisis ha sido la excusa utilizada por el Gobierno Zapatero y por el Banco de España, para, después de décadas de intentarlo, acabar con este “anacronismo”, que son para ellos la propia existencia de unas importantes entidades financieras sin dueños privados. Y es así que bajo el “slogan” de reforma del sistema financiero se ha establecido una política de eliminación de las Cajas de Ahorros. Lo que alguien  como Josep Mª Vallés, ex-Conseller de Justicia de la Generalitat con Pascual Maragall haya dicho, y resumo un artículo suyo en El País. “se trata de la tercera desamortización, después de la de los bienes de la Iglesia y las privatizaciones de González y Aznar, y como las anteriores sin que el beneficiario vaya a ser la sociedad sino intereses privados”. O  lo dicho por el ex-ministro de Zapatero, Jordi Sevilla haya criticado como una privatización y conversión en bancos de las cajas. Puede que lo que mejor resuma la situación sea el título del artículo publicado por el catedrático de Política Económica de la Universidad de Barcelona, Antón Costas, “ El mayor desmán financiero de nuestra historia”.

Es evidente que la crisis económica e inmobiliaria ha repercutido de forma seria en estas entidades, como ha repercutido en la sociedad. Es evidente que la crisis de la sociedad española ha tenido una mayor repercusión en las cajas que en los bancos por una simple razón, las Cajas están profundamente enraizadas en las familias y en las pequeñas y medianas empresas y éstas son las que están sufriendo más la crisis. Los millones de parados son clientes prioritarios de las cajas de ahorros. Las dificultades de pago de los préstamos hipotecarios por parte de las familias afectan fundamentalmente a las cajas, es lógico pues eran, entre otras cosas, los bancos de las familias. Y por tanto, padecen cuando las familias padecen.

Es evidente  que también ha habido importantes errores por parte de los gestores de las Cajas.  Nadie lo pone en duda. Dieron en demasía y con demasiadas facilidades créditos a promotores y compradores particulares sin las garantías adecuadas. Sin duda son culpables de ello, como lo son algunas autoridades autonómicas que utilizaron las cajas y presionaron a sus gestores para financiar proyectos absurdos y en algunos casos faraónicos.  Las Cajas, también la banca privada en menor medida al no ser banca de familias, superaron sus propias  capacidades de crédito propio y acudieron a endeudarse en el mercado financiero internacional. Pero cabe preguntarse ¿Fueron los únicos en emborracharse en la marea de la burbuja inmobiliaria? ¿No lo hizo el conjunto de la sociedad que vivió unos años en un ambiente de falsa riqueza?. ¿ No se equivocaron las autoridades autonómicas y locales que se financiaron alegremente con los impuestos de trasmisiones?. ¿No lo fueron los Gobiernos de Aznar y Zapatero cuando, cual nuevos ricos se dedicaban a poner como ejemplo de crecimiento a una economía con pies de barro, sin tan solo aprovechar el buen momento para potenciar un cambio de modelo de desarrollo económico?. ¿Y una gran parte de nuestros empresarios que en lugar de reinvertir los beneficios en la renovación de sus empresas desviaron estos hacia la obtención de pingües y rápidas plusvalías en el mercado del “tocho”?.  Y que decir del Banco de España, el regulador del sistema financiero, ¿ no tiene ninguna culpa o tiene más que todos?. El Banco de España y  sus directivos comenzando por el inefable MAFO, ayer y hoy el gran enemigo de las Cajas, el que quiere que  acaben en puros bancos: ¿Por qué, en lugar de dar tantas lecciones sobre todas las cosas, no adoptó las medidas oportunas  para evitar el excesivo endeudamiento y riesgo exterior de nuestras entidades financieras?

Desde el primer momento el Gobierno, el Ministerio de Economía con la Vicepresidenta Salgado al frente, y espoleados por el Gobernador del Banco de España, no se han planteado en ningún momento el mantenimiento de las cajas de ahorros a través de medidas que permitan afrontar un momento difícil pero coyuntural, y reformar del propio sistema de cajas pero a partir de la premisa de su mantenimiento. Al contrario, se considera que el problema es la propia existencia de estas entidades singulares y se opta por dar satisfacción a “los mercados” es decir a los causantes de la actual crisis, y por tanto a los tiburones financieros nacionales e internacionales a los cuales se les hace la boca agua de pensar que pueden hacerse con la mitad del sistema financiero español a precio de rebaja o subasta a la baja. Ya hemos visto en nuestro país la satisfacción de Botín y González, que ya claman por su trozo de pastel.

Todo el proceso además se ha llevado con una extraordinaria falta de transparencia. Un tema económico de esta  importancia, estamos hablando del futuro de la mitad de nuestro sistema financiero, se ha hurtado al debate parlamentario y se ha liquidado de forma rápida en una Comisión en plenas vacaciones parlamentarias. Eso sí con el consenso de los dos grandes partidos PSOE y PP,  no deja de ser sintomática la causalidad de que sea el único tema de consenso entre los dos. Y no deja de ser también sintomática la nula importancia y tratamiento del tema por parte de los medios de comunicación. Sólo desde el mundo sindical, especialmente de CCOO, de algunos articulistas esporádicos y desde los partidos de la izquierda minoritaria se ha alzado la voz intentado hacerse oír entre el  amplio silencio generalizado y organizado alrededor de este tema.

¿Que pasará si se llega a consumar la desaparición de las Cajas? ¿Qué repercusiones comportará? ¿Quién cumplirá el papel de banco de las familias, especialmente de las menos favorecidas? ¿Y el dividendo social que la sociedad recibía de ellas a través de las obras sociales? ¿Y el papel de financiación del territorio? Lo único que está claro es que el conjunto de la sociedad saldrá perjudicado por la desaparición de estas entidades. Se incrementará un mayor oligopolio financiero en nuestro país y problemas de exclusión financiera para sectores de la población.

¿Está ya todo perdido? Creo que es pronto para dar la batalla por perdida. Sin duda después de la reforma legal todo ha cambiado a peor, pero no todo está aún perdido. Es posible salvar aún una parte de lo que han sido hasta ahora las Cajas. ¿Cómo? Pues intentando conseguir que no se conviertan en unas meras fundaciones que tienen una parte minoritaria del instrumento financiero, es decir del banco creado. La alternativa pasaría por tener unas Cajas que si bien efectúan su acción de forma indirecta a través de un banco tengan una sólida mayoría del capital de éste. Que la participación privada sea minoritaria. Que la plural representación existentes en los órganos de gobierno de las cajas se dé también en la parte mayoritaria que se debe tener en el Consejo del Banco. Que no se deje todo en manos de los gestores, estableciendo protocolos entre las cajas y sus bancos de forma que las decisiones estratégicas del banco deban ser previamente aprobadas en los órganos de gobierno de las cajas, y por último que su función social, tanto en su actuación financiera como banco de familias, como su dividendo social, obra social, continúen. No será lo mismo que hasta ahora pero será mucho mejor que su mera desaparición como significaría ir a convertirse en fundaciones como pasó en Italia. Un ejemplo es que este es el camino que se ha conseguido que siga “la Caixa”, esperemos que sea posible conseguirlo en otras entidades importantes del sector. Una cosa es perder terreno y otra desaparecer.

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