NUEVATRIBUNA.ES - 29.6.2010
Parece que en nuestro país nos gusta jugar con elementos tan sensibles y delicados como la consideración nacional de un territorio. Hay una mayoría de la ciudadanía catalana y de la que habita en otras partes del Estado que considera que España es una realidad plurinacional, sin que ello signifique cuestionar la unidad sino qué tipo de unidad queremos.
La reciente sentencia del Tribunal Constitucional recortando el Estatut de Catalunya pone en una grave situación el encaje de Catalunya dentro del conjunto de España.
No hay duda de que hoy por hoy existe una mayoría de catalanes, es decir, de personas que viven y trabajan en Catalunya, que es partidaria de un camino conjunto con el resto del Estado. Sin embargo, de la misma manera podemos afirmar que la gran mayoría de la sociedad catalana, de sus partidos, instituciones y agentes sociales consideran que Catalunya es una nación. Esta consideración del carácter nacional no se ha cuestionado desde la transición, y sólo una exigua minoría lo discute dentro de la comunidad. Una amplia mayoría lo ha respaldado a través de todos sus Parlamentos elegidos a lo largo de los años, y el lema “Som una nació”, bajo el que se manifestó desde los primeros años de la transición la sociedad catalana, es una realidad difícilmente cuestionable.
Catalunya hizo una apuesta con el nuevo Estatut por un intento de mejorar el encaje dentro del conjunto del estado a partir de considerar que la Constitución no tenía sólo una lectura restrictiva sino que el espíritu constitucional permitía una lectura abierta y federalizante. La mayoría del actual Tribunal Constitucional, de dudosa legitimidad, ha considerado lo contrario, pero es evidente que es difícil que la sentencia de un tribunal logre cambiar la realidad de una sociedad, en este caso la de la catalana.
El fallo del Tribunal cita hasta ocho veces la definición de “indisoluble” aplicada a la unidad de España. Por mucho que se cite ello no comporta que lo pueda garantizar. La unidad del Estado pasa fundamentalmente por la voluntad política y social de sus ciudadanos. Y en este caso la indisolubilidad supone impedir un encaje constitucional, como era el Estatut, avalado por el Parlament de Catalunya, las Cortes del Estado y el Referéndum del pueblo de Catalunya,. Más que ayudar a mantener esa unidad, lo único que potencia es que se difunda un sentido cada vez mayor de insatisfacción en la sociedad catalana en lo referente al vínculo con el resto del Estado. Es evidente que aparte de los retrógrados del PP, los más satisfechos con esta sentencia son los independentistas a quienes va a ayudar a ampliar su espectro social.
Cada vez se oyen más en Catalunya frases del tipo de “si no nos quieren mejor nos vamos” en referencia a España, y es que se siente que existe una cierta animadversión, muy voceada por determinados medios centralistas, hacia todo lo que suene a catalán.
A los catalanes les ofende que se cuestione que “Catalunya es una nación” que “el 11 de setiembre es la Diada Nacional de Catalunya”, que “Els Segadors es el Himno nacional de Catalunya” y que “las cuatro barras” son la bandera nacional de Catalunya. Poner en tela de juicio estas cuestiones tan enraizadas en los sentimientos puede provocar un grave alejamiento de la sociedad catalana respecto al resto del Estado. Hay un hecho histórico que puede darnos una idea de lo que es esa realidad catalana: cuando en plena clandestinidad se fundaron las Comisiones Obreras de Catalunya, se les puso como nombre “Comissió Obrera Nacional de Catalunya” y eso que se trataba de una organización obrera creada en gran parte por dirigentes provenientes de la emigración y que se creó en pleno franquismo.
Parece que en nuestro país nos gusta jugar con elementos tan sensibles y delicados como la consideración nacional de un territorio. Hay una mayoría de la ciudadanía catalana y de la que habita en otras partes del Estado que considera que España es una realidad plurinacional, sin que ello signifique cuestionar la unidad sino qué tipo de unidad queremos: una voluntaria o una impuesta que nos someta por obligación.
Si mirásemos al exterior, veríamos otras realidades que en España, hoy por hoy, causarían escándalo. En Alemania, estado federal, existe el llamado Estado Libre de Baviera y nadie se rasga las vestiduras. Aún más, en Estados Unidos, en el Estado de Arizona, existe un Territorio Nacional Navajo. Y aquí pretendemos distinguir entre nación y nacionalidad, como si nadie recordara que el término nacionalidad fue el producto de unos aparatos del estado franquista durante las deliberaciones para redactar la Constitución y que se escribió nacionalidad donde todos sabían que se quería decir nación para reconocer el estado plurinacional que toda la oposición democrática había defendido.
El día 10 de julio el pueblo de Catalunya demostrará en la calle cual es su opinión cuasi unánime.
29 de juny 2010
21 de juny 2010
Es imprescindible una nueva fuerza política a la izquierda del PSOE
NUEVATRIBUNA.ES - 21.6.2010
Hoy se ha perdido en nuestro país el referente político más importante numéricamente a la izquierda. Y lamentablemente no se vislumbra alternativa, ni mayoritaria ni minoritaria, en el ámbito del Estado
Los últimos acontecimientos políticos han puesto nuevamente de relieve la necesidad imperiosa de la existencia de una nueva fuerza política a la izquierda del PSOE. Es evidente que el Gobierno de Zapatero ha demostrado la escasa fiabilidad de su partido que sin el más mínimo rechistar ha efectuado un cambio radical de 180 grados en su política laboral, lo que sumado a la nula política fiscal progresista, a su falta de interés en los temas medio ambientales, su renuncia a la lucha hacia un estado federal, etc., demuestran la fragilidad de sus convicciones progresistas. Estas se ven relegadas ahora ya únicamente a algunos temas relativos a los derechos individuales de las personas, pero siendo incapaz de afrontar seriamente el papel de la iglesia, en un estado no confesional, y desmantelando entes públicos básicos como la radio y televisión públicas.
Hoy por hoy tenemos una fuerza política mayoritaria de izquierdas totalmente desarbolada sin el más mínimo discurso ideológico que enfrente a la derecha, y en una situación de desarme y derrota ante la hegemonía de los poderes de la derecha. Como mínimo cabría exigir a Zapatero que fuera honrado y que explicara claro a la ciudadanía su debilidad, como le planteaba en su artículo del lunes Almudena Grandes en “El País”, que nos diga honradamente que no ha podido resistir más las presiones.
Hoy se ha perdido en nuestro país el referente político más importante numéricamente a la izquierda. Y lamentablemente no se vislumbra alternativa, ni mayoritaria ni minoritaria, en el ámbito del Estado, ya que la supuesta izquierda unida continúa dando ejemplo de desunión y eliminando a la gente con un mínimo de credibilidad díganse Llamazares, Sabanés, o como se diga.
En otros ámbitos sólo subsisten formaciones con vocación de futuro rojo y verde en Catalunya, donde Iniciativa per Catalunya parece tener un espacio consolidado pero falto de un referente estatal. Y este referente estatal es imprescindible y es posible. Es evidente que en España hay un espacio ideológico de gente que querría votar a una izquierda moderna pero ideológicamente solvente que aúne los viejos y los nuevos problemas sociales, que aúne la defensa del trabajo con la defensa ambiental y haga de la defensa de una sociedad más justa y sostenible el eje de su discurso político. Hay mucha gente en nuestro país que cree en la necesidad de defender y luchar por un modelo de producción más eficiente, productivo y basado en salarios y empleos dignos; Hay mucha gente que quiere continuar defendiendo lo público, desde la sanidad a la educación. Hay mucha gente que quiere luchar por una sociedad laica y que acoja como se debe a una emigración imprescindible para nuestro futuro. Hay mucha gente que desea la defensa de los principios éticos como la recuperación de la memoria histórica y una practica política honrada y decente. Hay mucha gente que defiende la necesidad de un futuro federal y republicano. Hay mucha gente que quiere defender un futuro social, económico y ecológicamente sostenible. En definitiva hay mucha gente que estaría encantada de formar parte de una formación política de izquierdas, realmente socialista, ecologista.
Y sin duda sabemos donde está hoy mucha de esta gente, en muchos casos descorazonada o pesimista, pero existe. Hay en nuestro país una izquierda social aún viva alrededor del movimiento sindical, en CCOO y también en UGT. Hay mucho militante de izquierdas honrado y con voluntad tanto en el PSOE como en Izquierda Unida o sin partido. Hay mucho defensor ecológico aislado o sin vinculación política. Hay mucha juventud desorientada pero con ganas de buscar una dirección.
Y nos demuestran que en nuestro país aún hay vida a la izquierda hechos como los acaecidos alrededor del juez Garzón, en la recuperación del aire de libertad que en su momento pudo representar los ideales de la República etc.
En los momentos duros que vamos a tener que afrontar es preciso que se dé el paso al frente, porque aún hay gente capaz de levantar un proyecto político creíble y sin duda precisamos de gente con crédito para encabezarlo, y sin duda se llevarían una sorpresa de la capacidad de reacción que aun existe en nuestra sociedad.
Cabe decir que desde donde escribo, en Catalunya, aún se mantiene un embrión de esperanza, a partir de una formación que supo hacer una transición difícil y dura desde una organización comunista como era el PSUC a otra aún roja y verde, social y ecológicamente progresista, como ICV, que a pesar de ser pequeña es ya realmente existente, como lo demuestra el hecho de la furia con que la combaten los poderes fácticos de la derecha, como la Vanguardia, el medio de comunicación más representativo de los poderes fácticos en Catalunya.
Ahora, después de la decepción de Zapatero, de la falta de discurso de futuro de IU, es hora que desde la base social existente se pongan los cimientos de una nueva izquierda que el país necesita que sin la necesidad de voluntad de ser hegemónica en cantidad lo sea en hacer un discurso claro, moderno y fuerte de izquierdas. Lo necesitamos.
Hoy por hoy tenemos una fuerza política mayoritaria de izquierdas totalmente desarbolada sin el más mínimo discurso ideológico que enfrente a la derecha, y en una situación de desarme y derrota ante la hegemonía de los poderes de la derecha. Como mínimo cabría exigir a Zapatero que fuera honrado y que explicara claro a la ciudadanía su debilidad, como le planteaba en su artículo del lunes Almudena Grandes en “El País”, que nos diga honradamente que no ha podido resistir más las presiones.
Hoy se ha perdido en nuestro país el referente político más importante numéricamente a la izquierda. Y lamentablemente no se vislumbra alternativa, ni mayoritaria ni minoritaria, en el ámbito del Estado, ya que la supuesta izquierda unida continúa dando ejemplo de desunión y eliminando a la gente con un mínimo de credibilidad díganse Llamazares, Sabanés, o como se diga.
En otros ámbitos sólo subsisten formaciones con vocación de futuro rojo y verde en Catalunya, donde Iniciativa per Catalunya parece tener un espacio consolidado pero falto de un referente estatal. Y este referente estatal es imprescindible y es posible. Es evidente que en España hay un espacio ideológico de gente que querría votar a una izquierda moderna pero ideológicamente solvente que aúne los viejos y los nuevos problemas sociales, que aúne la defensa del trabajo con la defensa ambiental y haga de la defensa de una sociedad más justa y sostenible el eje de su discurso político. Hay mucha gente en nuestro país que cree en la necesidad de defender y luchar por un modelo de producción más eficiente, productivo y basado en salarios y empleos dignos; Hay mucha gente que quiere continuar defendiendo lo público, desde la sanidad a la educación. Hay mucha gente que quiere luchar por una sociedad laica y que acoja como se debe a una emigración imprescindible para nuestro futuro. Hay mucha gente que desea la defensa de los principios éticos como la recuperación de la memoria histórica y una practica política honrada y decente. Hay mucha gente que defiende la necesidad de un futuro federal y republicano. Hay mucha gente que quiere defender un futuro social, económico y ecológicamente sostenible. En definitiva hay mucha gente que estaría encantada de formar parte de una formación política de izquierdas, realmente socialista, ecologista.
Y sin duda sabemos donde está hoy mucha de esta gente, en muchos casos descorazonada o pesimista, pero existe. Hay en nuestro país una izquierda social aún viva alrededor del movimiento sindical, en CCOO y también en UGT. Hay mucho militante de izquierdas honrado y con voluntad tanto en el PSOE como en Izquierda Unida o sin partido. Hay mucho defensor ecológico aislado o sin vinculación política. Hay mucha juventud desorientada pero con ganas de buscar una dirección.
Y nos demuestran que en nuestro país aún hay vida a la izquierda hechos como los acaecidos alrededor del juez Garzón, en la recuperación del aire de libertad que en su momento pudo representar los ideales de la República etc.
En los momentos duros que vamos a tener que afrontar es preciso que se dé el paso al frente, porque aún hay gente capaz de levantar un proyecto político creíble y sin duda precisamos de gente con crédito para encabezarlo, y sin duda se llevarían una sorpresa de la capacidad de reacción que aun existe en nuestra sociedad.
Cabe decir que desde donde escribo, en Catalunya, aún se mantiene un embrión de esperanza, a partir de una formación que supo hacer una transición difícil y dura desde una organización comunista como era el PSUC a otra aún roja y verde, social y ecológicamente progresista, como ICV, que a pesar de ser pequeña es ya realmente existente, como lo demuestra el hecho de la furia con que la combaten los poderes fácticos de la derecha, como la Vanguardia, el medio de comunicación más representativo de los poderes fácticos en Catalunya.
Ahora, después de la decepción de Zapatero, de la falta de discurso de futuro de IU, es hora que desde la base social existente se pongan los cimientos de una nueva izquierda que el país necesita que sin la necesidad de voluntad de ser hegemónica en cantidad lo sea en hacer un discurso claro, moderno y fuerte de izquierdas. Lo necesitamos.
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