Es paradójico pero a pesar de que Catalunya está dirigida por un Govern que ha demostrado su incompetencia e incapacidad de forma reiterada no se vislumbra la posibilidad de un cambio electoral en unas próximas elecciones.
La pandemia ha demostrado de forma clara adonde nos ha llevado la aventura iniciada por Mas y continuada por Puigdemont y Torra. Una Catalunya donde se han recortado los servicios públicos durante una década escondiéndolo todo bajo un falso señuelo de una futura y utópica independencia donde se resolverían de forma mágica todos los problemas de la ciudadanía.
La consecuencia de todo ello es que la ciudadanía debería ser consciente de la necesidad de cambiar esta situación insostenible. Sin embargo nada cambia. Las perspectivas son de un nuevo triunfo de los independentistas a pesar de su ruinosa gestión. ¿Por qué?
El independentismo con todos sus errores y falsedades ha creado un imaginario colectivo nacionalista que se ha transformado en hegemónico en la sociedad catalana. Ello ha sido en parte debido a la falta de un imaginario alternativo. Y el que en su momento apareció como alternativo, el imaginario alternativo españolista liderado por C,s quedó reducido a un hecho coyuntural, derivado del miedo de algunos sectores de las clases trabajadoras que se sintieron discriminados por el independentismo, y que quedó en eso en un planteamiento claramente minoritario que lamentablemente ha pretendido adueñarse de una falsa defensa del constitucionalismo.
Ante la hegemonía del mensaje de la derecha nacionalista de convergentes y post-convergentes con el seguidismo de sus acólitos de una ERC siempre inestable no se ha presentado por parte de las fuerzas de izquierda y progresistas una alternativa clara y potente en defensa de las instituciones, de lo público y de las clases trabajadoras. Sólo se observó un conato en los debates del 6 y 7 de setiembre del 2017 especialmente en la intervención de Joan Coscubiela.
La izquierda, toda ella, ha sido incapaz de plantear de forma ofensiva un discurso alternativo. Toda su actuación se ha visto planteada a la defensiva o a remolque del independentismo en algunos casos y siempre con actitud perdedora y minoritaria. La izquierda ha sido incapaz de denunciar la contradicción de una ERC que en Madrid se presenta como una fuerza progresista mientras en Catalunya gobierna con la derecha más reaccionaria.
¿Cómo es posible que fuerzas progresistas como pretender ser el PSC y “Comuns”, que gobiernan juntos en el Ayuntamiento de Barcelona y en el Gobierno del Estado sean incapaces de alcanzar puntos de acuerdo en la defensa de un proyecto federal y de progreso para Catalunya? Por el contrario el PSC aparece encerrado en sí mismo e impotente ante la situación y los “Comuns” sin una política clara parecen más cercanos a ERC a la vez que intentan diferenciarse en todo lo posible de los socialistas.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada