11 de febr. 2012

Actualidad de Gramsci y Berlinguer frente a la hegemonia de la derecha


Enrico Berlinguer


( publicado en :nuevatribuna.es | Actualizado 12 Febrero 2012)
En un momento como el actual en el que, aprovechando una crisis derivada de un sistema económico y social injusto, se imponen políticas económicas y sociales de una derecha, que hegemoniza el discurso político, con recetas basadas en una austeridad concebida como recorte del estado de bienestar, y frente a ello no aparecen alternativas contrapuestas y claras desde la izquierda es bueno recuperar discursos como el que a continuación reproducimos:

“la austeridad es el medio de impugnar la raíz y sentar las bases para la superación de un sistema que ha entrado en una crisis estructural y de fondo, no coyuntural, y cuyas características distintivas son el derroche y el desaprovechamiento, la exaltación de los particularismos e individualismos más exacerbados, del consumismo más desenfrenado. Austeridad significa rigor, eficiencia, seriedad y también justicia; es decir, lo contrario de todo lo que hemos conocido y pagado hasta la presente, que nos ha conducido a la gravísima crisis.”..“abandonar la ilusión de que es posible perpetuar un tipo de desarrollo, basado en la expansión artificial del consumo individual, que es fuente de derroche y parasitismo, de privilegios y dilapidación de los recursos y desequilibrios financieros”

Las frases anteriores nos parecen de plena actualidad, a pesar de que se trata de un discurso de Enrico Berlinguer en las  Conclusiones ante la Convención de Intelectuales  en enero de 1977.

En el momento actual de plena hegemonía de la derecha en todos los campos, en un momento de crisis económica en el que parece que nadie discute la dictadura de  los mercados, es bueno comprobar la actualidad de los planteamientos que dirigentes históricos de la izquierda  efectuaban hace decenios y que hoy parecen plenamente vigentes.

El discurso citado de Berlinguer se sitúa en una época en que la izquierda transformadora en Italia discutía la hegemonía en todos los ámbitos a la derecha y  ello comportaba que también en el campo ideológico se diera una lucha clara y enfrentada por la disputa de la hegemonía social.

Berlinguer heredaba la rica tradición del pensamiento de Gramsci  y su concepción de la “Hegemonía” como forma de dominación ideológica e institucional. Para conquistar la hegemonía social era preciso un combate ideológico contra las clases dominantes, representantes del pensamiento capitalista,  como forma para transformar la concepción del mundo y por tanto llevar a cabo la hegemonía de un nuevo bloque histórico.

El concepto de “bloque histórico” de Gramsci significaba las alianzas que entorno a la clase trabajadora  se debían articular por parte de diversos y amplios sectores de la sociedad a partir del convencimiento de que sus intereses inmediatos y futuros coinciden con el planteamiento ideológico que se efectuaba desde la izquierda transformadora.

La lucha ideológica no se considera al margen de las luchas sociales, al contrario. En la época de Berlinguer la izquierda que éste representaba disputaba el dominio ideológico amparándose en el amplio movimiento social y sindical de los trabajadores y en su amplia visión de la necesidad de cambio compartida por las clases medias urbanas, el campesinado del sur de Italia y la practica totalidad de la intelectualidad, en todas sus facetas, filosóficas, culturales y científicas, que se veían representadas en aquel momento por el PCI.

Esta etapa de la dirección de Berlinguer significa el momento culminante de la lucha por la hegemonía de la izquierda transformadora, el PCI, en Italia. Es destacable el hecho  de que este partido pasó más de 30 años en la oposición sin debilitarse, al contrario,  con un nivel de influencia tal, no debe olvidarse su presencia institucional en numerosas regiones y ayuntamientos, que la derecha, nacional e internacional incluso utilizó el terrorismo, blanco y negro, e incluso se planteo el golpe de estado, para impedir su ascenso.

Por su parte es interesante contemplar los debates en el interno de la izquierda trasformadora, su pluralidad y la riqueza de matices de sus diversos representantes desde Amándola y Napolitano, hasta Ingrao y Cossuta,  entre los que destaca la figura del propio Berlinguer. Un ejemplo  significativo y culminante de esta situación de lucha por la hegemonía política y social fue el propio momento del entierro de Berlinguer La asistencia de más de un millón de personas, obreros, campesinos, estudiantes etc., del norte y del sur,  grabado por los mejores directores de cine italianos de Fellini a Bertolucci, y que es fiel reflejo de la implantación y enraizamiento conseguidos. Con posterioridad a Berlinguer, la izquierda transformadora italiana inicia un declive con Ochetto y especialmente con D’Alema, el dirigente en el que la táctica se impone constantemente a la estrategia, que les lleva a la inoperancia actual.


Muerte de Berlinguer

Pero es en la etapa de Berlinguer donde podemos recoger aspectos aún válidos para la actual izquierda española sumida en el caos y desorden intelectual. Es preciso poseer un bagaje ideológico propio que confrontar con la derecha. Pero ese bagaje intelectual debe partir de la premisa de estar enraizado en la realidad social y tener como objetivo el cambio. La lucha ideológica es aquella que pretende cohesionar al bloque histórico y conquistar la hegemonía social.

Como señalaba Gramsci  la hegemonía que asegura su cohesión corresponde a una nueva visión global del mundo, visión ideológica, y que representa la capacidad para afrontar el conjunto de los problemas de la realidad social e indicar soluciones concretas de la base socio-económica. En la lucha ideológica se trata de convencer a la mayoría de la población de que sus intereses inmediatos y futuros coinciden en este planteamiento ideológico.

Volvamos a otro extracto del discurso de Berlinguer: “cuando planteamos el objetivo de la superación de los modelos de consumo y de comportamiento, inspirados en un individualismo exagerado; cuando planteamos el objetivo de llegar más allá de la satisfacción de necesidades materiales, artificialmente creadas, y también más allá de la satisfacción de las actuales formas irracionales, costosas, alienantes y socialmente discriminatoria, de necesidades que, claro que sí, son esenciales cuando planteamos el objetivo de la plena igualdad y liberación efectiva de la mujer, que es hoy uno de los temas más importantes de la vida nacional, y no sólo de ésta; cuando planteamos el objetivo de la participación de los trabajadores y de los ciudadanos en el control de las empresas, de la economía, del Estado; cuando planteamos el objetivo de la solidaridad y cooperación que conduzca a una redistribución de la riqueza a escala mundial; cuando planteamos ese tipo de objetivos … ¿qué estamos haciendo sino proponer formas de vida y de relación entre los hombres y los Estados, más solidarias, más humanas y más sociales que desbordan, por lo tanto, el marco y la lógica del capitalismo?”

En estos momentos es importante resaltar que muchos de los planteamientos de Berlinguer servirían de base para armar un pensamiento de confrontación con la derecha hegemónica. Su concepto de austeridad, que no significa recortes en el estado del bienestar sino más bien lo contrario, lucha contra el consumismo individualista. La redistribución de la riqueza, es decir fiscalidad justa y progresiva. Su planteamiento también lleva implícita la defensa de un desarrollo sostenible base de la concepción ecologista moderna. El derecho a la emancipación de la mujer. El control supraestatal de los mercados, que hoy en día pasaría, en nuestro caso por reivindicar una Europa federalmente unida política, económica y socialmente. Otro aspecto básico estaría en la democratización de las relaciones laborales y del poder en la empresa.

En definitiva nuestros desconcertados y descentrados políticos de izquierda deberían plantearse ser una alternativa radical a la actual hegemonía de los mercados. Es decir una oposición de raíz  a la actual ideología dominante que llega hasta el extremo de deslegitimar la propia existencia de la política y que hasta pretende impedir la legitima discrepancia con las bases del actual estado de cosas.

La difícil situación social actual y las consecuencias derivadas de la aplicación de las políticas regresivas de la derecha sólo pueden resolverse desde la política. La movilización social por si sola no podrá detener la actual situación y no es lógico ni justo exigir a la izquierda social solucionar lo que es un  problema político. Únicamente desde una alternativa política que englobe la respuesta social se podrá conseguir una salida progresista y poner fin al proceso de regresión que vivimos en todos los ámbitos de la sociedad.

Antonio Gramsci

Romanzo "Novecento"



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