NUEVATRIBUNA.ES - 30.9.2010
Después de la Huelga General del día 29, y una vez más, se debería dar el reconocimiento social al papel que los sindicatos vienen ejerciendo de forma cotidiana en la vida de la ciudadanía. Después de contemplar los ataques furibundos de la derecha y la ultraderecha mediática y la frialdad y cierta mirada conmiseratoria de algunos medios que se autoproclaman progresistas...
...o “serios” contra los sindicatos en los últimos tiempos, deberíamos reivindicar hoy el merecimiento a la función y a la realidad del movimiento sindical y a la honestidad de su actuación.
Si existe hoy alguna organización capaz de relacionarse con sus representados sin necesidad de la complicidad de los medios de comunicación son los sindicatos. Es una relación constante que se inicia desde la labor permanente de los representantes sindicales en las empresas, hasta la comunicación de éstos con las diversas estructuras de la organización hasta sus cúpulas.
Parece que hay quien esté interesado en que se desconozca este trabajo constante, de hormiga, que realiza de forma permanente el movimiento sindical. Y no valen descalificaciones del tipo de “yo conozco un representante de tal sindicato que es un vago o un vendido”, aquí hablamos de la inmensa mayoría de los sindicalistas que por lo general cumplen su cometido, a costa muchas veces de perder posibilidades de promoción profesional y de muchas horas de su vida personal. Hoy no está de moda defender lo colectivo, y hasta no parece “cool”, y sin embargo debe tenerse en cuenta que sin la defensa de lo colectivo y de la solidaridad la sociedad difícilmente avanzará.
Qué organización política o social, aparte del movimiento sindical, sería capaz de efectuar una movilización como la del pasado día 29 sin ningún medio de comunicación, ni prensa ni televisión que lo apoyara. Qué partido político sería capaz de hacerlo, cuando hoy están dependiendo del poder de los medios de comunicación que les son afines para poder llevar su mensaje a la población. Los sindicatos se relacionan directamente con sus representados a través de los miles y miles de delegados y delegadas sindicales, y especialmente de la credibilidad que éstos tienen en sus empresas. Porque los delegados sindicales no están holgando en su vida sindical, sino que la dedican a resolver diariamente problemas personales y colectivos de sus representados, y eso lo hacen pese a tener que enfrentarse al omnímodo poder que los empresarios tienen en el interior de las empresas.
Como en su día dijo claramente Marcelino Camacho “la democracia se ha detenido a la puerta de las empresas”, el poder que la legislación otorga en exclusiva a los empresarios sobre la organización de las empresas debe ser combatido con precariedad por el movimiento sindical y sus representantes, y esta lucha desigual, este esfuerzo de los sindicalistas pocas veces es intelectualmente reconocido.
Asimismo, nadie puede negar que los sindicatos han sido los hermanos pobres de la democracia. Frente a la financiación de los partidos, aquí los sindicatos han tenido que conformarse con una pequeña parte del patrimonio sindical acumulado por el sindicato vertical franquista. Un patrimonio que pertenecía a los trabajadores y que fue incautado por el estado. Y financiándose en gran parte por las cuotas de sus afiliados deben defender los intereses de todos los trabajadores. Es evidente que hay sectores de los trabajadores que no siguen ni se sienten representados por los sindicatos, pero no se niegan a aceptar los beneficios que éstos les consiguen. En fin estas son cosas de una sociedad que estimula lo individual por encima de lo social.
También cabe destacar que en el movimiento sindical hemos visto ejemplos de democracia en su vida interna. El último ejemplo fue el último Congreso de CCOO donde desde dentro de la propia organización surge una contestación que vence al poder del aparato y establece una nueva dirección del sindicato.
Es por todo esto que hoy, después del día 29, tengo la necesidad de reivindicar el reconocimiento social de los sindicatos frente a los ataques que han sufrido y sufren. Por eso merece destacarse cuando sale algún artículo que les hace justicia, como el que hoy aparece en el El País y firma Antonio Gutiérrez, “Del conflicto a la solución negociada” y que hace un análisis justo de la actual situación y de la actuación de los sindicatos.
Creo que se hace evidente que si no existieran los sindicatos habría que inventarlos. Y también debería reconocerse el gran esfuerzo que los sindicatos han efectuado para adaptarse a las nuevas realidades, todo lo contrario que unas patronales que continúan ancladas en la defensa de un modelo económico basado en los bajos salarios, la baja productividad y su nula voluntad de modernizar nuestro aparato productivo.
Después del 29 de setiembre, destacando finalmente que ha sido la más pacífica y ciudadana de las huelgas generales, adelante con el movimiento sindical.
Si existe hoy alguna organización capaz de relacionarse con sus representados sin necesidad de la complicidad de los medios de comunicación son los sindicatos. Es una relación constante que se inicia desde la labor permanente de los representantes sindicales en las empresas, hasta la comunicación de éstos con las diversas estructuras de la organización hasta sus cúpulas.
Parece que hay quien esté interesado en que se desconozca este trabajo constante, de hormiga, que realiza de forma permanente el movimiento sindical. Y no valen descalificaciones del tipo de “yo conozco un representante de tal sindicato que es un vago o un vendido”, aquí hablamos de la inmensa mayoría de los sindicalistas que por lo general cumplen su cometido, a costa muchas veces de perder posibilidades de promoción profesional y de muchas horas de su vida personal. Hoy no está de moda defender lo colectivo, y hasta no parece “cool”, y sin embargo debe tenerse en cuenta que sin la defensa de lo colectivo y de la solidaridad la sociedad difícilmente avanzará.
Qué organización política o social, aparte del movimiento sindical, sería capaz de efectuar una movilización como la del pasado día 29 sin ningún medio de comunicación, ni prensa ni televisión que lo apoyara. Qué partido político sería capaz de hacerlo, cuando hoy están dependiendo del poder de los medios de comunicación que les son afines para poder llevar su mensaje a la población. Los sindicatos se relacionan directamente con sus representados a través de los miles y miles de delegados y delegadas sindicales, y especialmente de la credibilidad que éstos tienen en sus empresas. Porque los delegados sindicales no están holgando en su vida sindical, sino que la dedican a resolver diariamente problemas personales y colectivos de sus representados, y eso lo hacen pese a tener que enfrentarse al omnímodo poder que los empresarios tienen en el interior de las empresas.
Como en su día dijo claramente Marcelino Camacho “la democracia se ha detenido a la puerta de las empresas”, el poder que la legislación otorga en exclusiva a los empresarios sobre la organización de las empresas debe ser combatido con precariedad por el movimiento sindical y sus representantes, y esta lucha desigual, este esfuerzo de los sindicalistas pocas veces es intelectualmente reconocido.
Asimismo, nadie puede negar que los sindicatos han sido los hermanos pobres de la democracia. Frente a la financiación de los partidos, aquí los sindicatos han tenido que conformarse con una pequeña parte del patrimonio sindical acumulado por el sindicato vertical franquista. Un patrimonio que pertenecía a los trabajadores y que fue incautado por el estado. Y financiándose en gran parte por las cuotas de sus afiliados deben defender los intereses de todos los trabajadores. Es evidente que hay sectores de los trabajadores que no siguen ni se sienten representados por los sindicatos, pero no se niegan a aceptar los beneficios que éstos les consiguen. En fin estas son cosas de una sociedad que estimula lo individual por encima de lo social.
También cabe destacar que en el movimiento sindical hemos visto ejemplos de democracia en su vida interna. El último ejemplo fue el último Congreso de CCOO donde desde dentro de la propia organización surge una contestación que vence al poder del aparato y establece una nueva dirección del sindicato.
Es por todo esto que hoy, después del día 29, tengo la necesidad de reivindicar el reconocimiento social de los sindicatos frente a los ataques que han sufrido y sufren. Por eso merece destacarse cuando sale algún artículo que les hace justicia, como el que hoy aparece en el El País y firma Antonio Gutiérrez, “Del conflicto a la solución negociada” y que hace un análisis justo de la actual situación y de la actuación de los sindicatos.
Creo que se hace evidente que si no existieran los sindicatos habría que inventarlos. Y también debería reconocerse el gran esfuerzo que los sindicatos han efectuado para adaptarse a las nuevas realidades, todo lo contrario que unas patronales que continúan ancladas en la defensa de un modelo económico basado en los bajos salarios, la baja productividad y su nula voluntad de modernizar nuestro aparato productivo.
Después del 29 de setiembre, destacando finalmente que ha sido la más pacífica y ciudadana de las huelgas generales, adelante con el movimiento sindical.
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