NUEVATRIBUNA.ES - 14.10.2010
El escenario se presenta duro y oscuro para la izquierda, y no sólo la catalana. Porque la CiU de Mas y Duran, no es la misma de Pujol, ni tienen su nivel político ni tienen una política de derecha disfrazada de centro catalanista. La de ahora es una CiU que es y se presenta como derecha pura y la opción más ligada a los intereses de las patronales y de los medios financieros y mediáticos
El próximo 28 de octubre se celebrarán las elecciones al Parlament de Catalunya, que determinarán la composición del nuevo Govern de la Generalitat. En estas elecciones todo hace prever un triunfo de CiU por mayoría, la duda está en conocer si será una mayoría absoluta, cosa que no parece probable, pero sí de una mayoría cómoda para gobernar.
Es decir que, después de dos legislaturas de gobiernos del tripartito de izquierdas, volvemos al pasado de los 23 años de gobierno de CiU. ¿Tan mal lo ha hecho el tripartito catalán?
Creo que la cuestión es mucho más compleja. Creo que los gobiernos tripartitos en Catalunya han contenido varios elementos positivos que no se pueden ni deben olvidar. En primer lugar significaron una alternancia a una Generalitat de CiU, que desde la transición creó un poder a su medida en el gobierno autonómico y en todas las instituciones dependientes de él, desde la nueva policía autonómica, hasta la radio y televisión públicas de Catalunya. Esta alternancia fue sin duda un elemento sano y positivo para la vida política catalana. En segundo lugar dio pie a una experiencia nueva, la de un gobierno de coalición entre tres fuerzas políticas situadas a la izquierda, con concepciones diversas, que sin embargo no les impiden ponerse de acuerdo para gobernar. Y finalmente, las realizaciones de los Gobiernos tripartitos que han situado a Catalunya mucho más allá de donde se encontraba cuando la dejó CiU. Y hemos de referirnos a dos aspectos diferentes. Por un lado el establecimiento de un nuevo Estatuto de Autonomía que establece, pese a todos los recortes, un marco legal para el autogobierno que no buscaron ni consiguieron los gobiernos convergentes, ya que estaban más interesados en potenciar el victimismo perpetuo y utilizarlo en la negociación de los acuerdos puntuales con el gobierno de turno a nivel del estado.
El tripartito ha cometido un grave error en su gestión que va más allá de las discrepancias entre los socios. Ha hecho más de lo que ha sabido explicar. Puede que la propia idiosincrasia del actual President Montilla sea una de las claves. Las realizaciones efectuadas por el tripartito, en los diversos ámbitos del gobierno, se han publicitado de una en una, sin darle un discurso de conjunto, un discurso político que explicara el esfuerzo de modernización, de actuación social y de democratización que se ha realizado. Tres ejemplos son ilustrativos: a) Un nuevo modelo de financiación de la autonomía que mejora de forma considerable el anterior de CiU; b) el tripartito se encontró con un incremento de población escolar, con la que el anterior gobierno no contaba, fruto en gran parte del crecimiento demográfico derivado de la llegada masiva de inmigrantes, ello ha comportado la construcción de centenares de nuevas escuelas y la creación de miles de puestos de trabajo en el ámbito docente; c) un intento serio de democratización de la policía autonómica, mediante la instalación de cámaras de video-vigilancia en todas las comisarías que ha desterrado tanto cualquier sombra de prácticas de tortura como de falsas denuncias a los agentes, lo que ha significado un intento serio de unir seguridad y principios democráticos.
Sin embargo el tripartito ha tenido que hacer frente a diversos adversarios poderosos frente a su gestión. En primer lugar los grandes poderes fácticos económicos y mediáticos de Catalunya, partidarios de una esperemos, que imposible socio-vergencia, es decir de un gobierno de CiU i PSC, un claro ejemplo es la posición del portavoz de esos poderes, “La Vanguardia” que ha sido un acosador permanente del Govern y en especial de sus socios menores. Una gran campaña en contra del gobierno en el ámbito del estado por parte tanto del PP como de sectores mediáticos y políticos supuestamente progresistas, especialmente durante la tramitación del Estatut. Una relación como mínimo distante con el Presidente Zapatero y su entorno, que como es de todos conocido, hubiera preferido un Gobierno de Artur Mas y CiU.
Todo eso al margen de las discrepancias internas y de algún error importante como ha sido la gestión de los medios de comunicación públicos de la radio y televisión autonómicas. Las discrepancias internas han sido provocadas en gran parte por el hecho de que sectores del propio Govern, han contravenido los acuerdos y llevado a término leyes más propias de centro o de derecha, como la de Educación, que ha comportado serias diferencias entre los socios y con los sectores sociales más progresistas. En el caso de los medios de comunicación públicos el Govern del tripartito ha sido en todo caso ingenuo. Ha creado una Ley de dichos medios que claramente los desliga del control del gobierno, es decir ha dotado de autonomía real a una radio y una televisión que durante 23 años fueron el altavoz de Convergencia. Es decir ha dotado de autonomía a unos medios infestados de pensamiento convergente, lo que en la práctica ha llevado a que en muchos casos haya sido más una televisión claramente contraria al Govern o como mínimo a alguno de sus componentes.
A todo eso debemos añadir, el hartazgo de la sociedad catalana hacia la forma de hacer, o no hacer política, la crisis económica y especialmente las repercusiones de las políticas de Zapatero, y todo el problema y la frustración derivados del largo periodo la tramitación del Estatut en el Constitucional y el correspondiente desapego de la sociedad catalana hacia el estado, pero también hacia la política.
Es evidente que toda esa serie de circunstancias favorecen claramente a la derecha, en especial a CiU, pero también al PP. La gran movilización de rechazo al Estatut, a pesar de dar la imagen de ser hegemonizada por el independentismo, en realidad ha sido capitalizada por CiU, que pese a que juegue a nacionalista no ha sido ni es independentista. La izquierda está en gran parte desorientada y desmotivada. Eso explica que las encuestas establezcan unas previsiones de que solo un 50% acudirá a votar. Y el principal perjudicado será el PSC, ya que ni sus propios afiliados parecen decididos a votar, y a quien también perjudica la actual política económica de Zapatero, no en vano aglutinan a amplios sectores de trabajadores asalariados. ERC también resulta perjudicada, ya que el supuesto auge del independentismo y el hecho de haber optado en dos ocasiones por gobiernos de izquierda, ha hecho huir de este partido a sus sectores más a la derecha que presentan otras opciones como Laporta, al margen de los votantes que vuelven a Convergencia. ICV es en principio la fuerza menor del tripartito y la que parece tener a su afiliación y votantes más consolidados y fieles, también es cierto que es la única que ha mantenido un claro perfil de izquierda y la más atacada por los medios de comunicación de la derecha catalana, lo que la refuerza ante muchos de sus votantes. En cuanto al PP centrando su política en la inmigración, ahora precisamente que ya no vienen inmigrantes, intenta hacerse con la cuota que le podían disputar sectores xenófobos como la Plataforma per Catalunya, y a la vez hace bandera de un falso conflicto lingüístico para atraerse a sus sectores más recalcitrantes que han votado a Ciutadans/ Partido de la Ciudadanía.
En todo caso este escenario se presenta duro y oscuro para la izquierda, y no sólo la catalana. Porque la CiU de Mas y Duran, no es la misma de Pujol, ni tienen su nivel político ni tienen una política de derecha disfrazada de centro catalanista. La de ahora es una CiU que es y se presenta como derecha pura y la opción más ligada a los intereses de las patronales y de los medios financieros y mediáticos. Por tanto Zapatero se va a encontrar, posiblemente, me gustaría equivocarme, con un premio deseado por él, pero que es un premio envenenado, ya que CiU no va a dudar, en su momento, aún más de como ya lo hizo en el pasado, en entronizar al PP en España.
Es duro de comprobar qué lejos queda aquella Catalunya que fue ejemplo de modernidad política y cultural en los años de la transición, que tanta comprensión recibía de otras partes del estado y que tanta solidaridad daba a los otros pueblos de España, que era punto de referencia para todos los progresistas. Esa Catalunya ha evolucionado en democracia, en especial por los años de hegemonía del pujolismo, hacia una situación de declive político y cultural que presenta aspectos de provincianismo.
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