NUEVATRIBUNA.ES - 28.9.2009
A estas alturas seria bueno fijarse en la trayectoria de un personaje que no desencajaría demasiado en una Liga Norte a la catalana. Por primera vez en la historia un presidente del Barça hace política desde su cargo y prepara su futuro, lo que ya es todo un indicio. Además es evidente que la historia de Laporta en el propio cargo de presidente es todo un símbolo.
Desde el pasado 11 de setiembre todo parece indicar, en Catalunya, que Joan Laporta, actual presidente del FC Barcelona, de el paso a la política al finalizar su mandato futbolístico.
El tema no deja de tener su enjundia y viene a completar una serie de movimientos que desde hace tempo se vienen gestando y que tienen como objeto lanzar una nueva opción independentista al escenario político. El primer paso se dio con la escisión de ERC del grupo liderado por Joan Carretero, ex conseller de Gobernación en el primer tripartito de Maragall. Esta corriente se ha presentado como más radicalmente independentista, pero ha ocultado que también era la situada más a la derecha de la formación.
Posteriormente este grupo ha establecido conversaciones con otros grupos locales como las CUP (candidaturas de unidad popular) de cara a presentarse a las Elecciones al Parlament de Catalunya del 2010. Y ahora parece consolidarse definitivamente al plantearse la posibilidad de que esta operación la encabece una figura popular como Joan Laporta.
El objetivo último de la operación, bien vista y favorecida desde CiU, no seria otro que evitar una nueva reedición del tripartito después de las próximas elecciones autonómicas. Es evidente que esta nueva formación trataría de erosionar al electorado crítico de ERC, especialmente el que no asume de buena gana su alianza con el PSC, y así conseguir que el tripartito no tuviera mayoría en el Parlament, todo ello a la vez que obligaban a ERC a radicalizar su discurso.
Un primer ejemplo lo hemos visto con el “famoso” referéndum de Arenys de Munt, consulta a la que ERC se ha apuntado cuando ya estaba en marcha de la mano de asociaciones de base afines a las CUP.
En este contexto la personalidad de Joan Laporta encaja como anillo al dedo. Populista hasta la demagogia y con un buen perfil fotogénico, era la guinda que falta para el pastel.
A estas alturas seria bueno fijarse en la trayectoria de un personaje que no desencajaría demasiado en una Liga Norte a la catalana. Por primera vez en la historia un presidente del Barça hace política desde su cargo y prepara su futuro, lo que ya es todo un indicio. Además es evidente que la historia de Laporta en el propio cargo de presidente es todo un símbolo. El personaje que se presentó como la “regeneración” del club después de la era Núñez, al frente de la plataforma “Elefant Blau”, ha ido dejando en la cuneta a todos sus antiguos compañeros de travesía a los que ha ido empujando fuera de la Junta del Barça. Ahora parece que apuesta para su sucesión por su último aliado el economista ultraliberal i hasta hace poco pro-convergente Sala Marti.
No deberíamos olvidar que Laporta perdió en su momento una moción de censura que fue avalada por una mayoría de los socios del Barça, con más de un 50% en su contra. A pesar de ello al no llegar al 60% que marcaban los Estatutos evito dimitir, al contrario de lo que si que hizo una gran parte de su junta encabezados por el entonces vicepresidente del club Ferrán Soriano actual presidente de Spanair. El no dimitió, no cabía esperar menos de un demócrata como él.
Si ejemplos como este de respeto democrático no faltan en su curriculum, también cabria dejar que es un independentista un tanto peculiar, como tantos otros en Catalunya. Él nos lo ha demostrado en el propio fútbol. Laporta siempre ha manifestado su pleno apoyo a la creación de selecciones deportivas de Catalunya y muchas veces nos ha puesto de ejemplo el caso de Escocia. Y ese es un buen ejemplo porque si Laporta fuera consecuente haría como en Escocia y propugnaría una Liga Catalana de Fútbol, como hay en Escocia. Pero parece ser que esa vía no convence, ya que le comportaría enfrentar el corazón independentista con la cartera de buen burgués. Cabe imaginarse el “Camp Nou” y a Leo Messi jugando una liga con el Girona i el Tarragona como máximos rivales. No, hasta ahí no llega el sentimiento patriótico. Y ya se sabe, en caso de intereses contradictorios, lo que prevalece es lo material, el dinero, la “pela”. Por ello el objetivo de Laporta ha ido más dirigido a crear una Liga Europea que le permitiera casar sus ideas con el negocio.
Y ese ejemplo no pretende ser esperpéntico. Es similar a la pregunta de la pro independencia de Catalunya de Arenys de Munt. Cual era la pregunta, pues ni más ni menos que: ¿Está a favor de la independencia de Catalunya como estado democrático integrado en la Unión Europea? Es decir independientes si pero dentro de Europa por supuesto. Nadie puso en cuestión tan sólo que España pudiera decir que no a dicha incorporación. En fin es fácil la demagogia si se hace sobre el absurdo.
En Catalunya estamos padeciendo desde hace demasiado tiempo, una herencia de Pujol, la hegemonía del pensamiento que sitúa como elemento principal del debate político el debate interterritorial, un debate teórico, abstracto y fuera de contexto, que deja en segundo término y fuera de juego el necesario debate sobre la realidad social concreta y que afecta a los intereses concretos de los ciudadanos. En definitiva en Catalunya y en gran parte debido a la actuación funesta de los Gobiernos del Partido Popular y a la falta de claridad de los del PSOE, continua siendo hegemónica en los medios publicados, radiados y televisados la ideología “pujolista” del victimismo, que aprovecha muy bien los errores de los otros.
Es en este contexto, cuando se pasa de plazos el cumplimiento del Acuerdo de Financiación, cuando la ciudadanía de Catalunya vive día a día a la espera de que el Tribunal Constitucional pueda guillotinar el Estatuto a pesar del Acuerdo del Parlamento del Estado, del Parlament de Catalunya y del refrendo del conjunto del pueblo catalán, que se abre el camino de la política a personajes que hacen de la política con minúsculas su recurso, Catalunya es un país que ha dejado de ser un ejemplo por el nivel de su política, como lo fue durante la transición, y puede avanzar aún más en el camino de la perdida de nivel de la política. En las pasadas Elecciones de Catalunya ya apareció una pseudo opción de bajo nivel como Ciutadans haciendo bandera de una falsa opresión del castellano en Catalunya. En las próximas se puede dar el caso de la aparición de un “Laportismo-Liga Norte” que establezca que todos los problemas de Catalunya son culpa de una España abstracta, opresora y realmente inexistente. Eso vende y de paso se carga de una vez la apuesta del tripartito.
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