NUEVATRIBUNA.ES - 6.10.2009
Hoy con la explosión del caso Millet, un prohombre que antepuso su lucro personal al desarrollo de la propia institución que presidía a la que descapitalizó a la vez que impedía cumplir su función de vanguardia en el campo musical, puede iniciarse un necesario tránsito en la sociedad catalana. Esperemos que se dé la necesaria depuración de unos elementos, hoy parasitarios, que ya no tienen nada que ver con sus antecedentes que dieron, en su época, momentos de esplendor a Catalunya.
El caso de Félix Millet, Presidente del “Orfeó Català” y del Patronato del “Palau de la Música Catalana”, instituciones que concentran las esencias de Catalunya, sacude estos días la sociedad catalana.
Félix Millet, considerado un prócer cultural, un “señor de Barcelona”, representante de una casta social que ha dirigido la vida social y cultural de Catalunya durante decenios, es en realidad un ladrón confeso, que ha venido expoliando durante años las cuentas del “Palau “ y del “Orfeó” en beneficio propio. Hasta el momento, y aún no ha finalizado la investigación, parece haber sustraído más de 15 millones de euros.
El caso día a día se complica más, y ahora ya salpica a individuos y entidades situados en la órbita convergente. Así Angel Colom, hoy dirigente convergente y antiguo líder del efímero Partit per la Independencia, junto con Pilar Rahola, recibió una subvención de unos 25 millones de pesetas. Asimismo, la Fundación Trias Fargas de CDC también recibió en los últimos años subvenciones por un valor de 600.000 euros. A pesar de los intentos de Convergencia de restarle importancia al tema, ¿cómo se explica que una entidad cultural, que recibe financiación pública y privada, se dedique a subvencionar a actores políticos?
Hasta aquí la historia que aún no ha finalizado y que puede ampliarse en los próximos días y semanas. Por cierto, Félix Millet aún no ha sido llamado por el juez, ni se le ha aplicado ninguna diligencia ni medida cautelar, pese a ser ladrón confeso. Así va la justicia, pero éste seria tema de otro análisis.
El caso Millet es un ejemplo paradigmático del ocaso de una cierta burguesía catalana que ha dominado el panorama catalán a lo largo del siglo XX. Es la burguesía, culta y catalanista, que a partir de mediados del siglo XIX dio un impulso económico, cultural y social a Catalunya que culminó, a nivel cultural, con la etapa del Modernismo, y que tuvo su expresión política en Cambó y la Lliga Regionalista. Fue ésta la clase burguesa que ejerció una amplia hegemonía en Catalunya hasta el advenimiento de la República. Fue la burguesía que tuvo el mérito de conducir a un renacimiento de la economía, pero también de la cultura catalana y se convirtió en un ejemplo y motor para el conjunto de España.
Es una burguesía que inicia su declive con el advenimiento de la República y sobre todo con la radicalización de ésta a partir del año 1936. En el plano puramente partidario, la Lliga de Cambó es ampliamente superada en Catalunya por la ERC de Macià y Companys. Por otra parte esta burguesía contempla con temor la pujanza del movimiento obrero en Catalunya. Todo ello comportó que una parte importante de ellos vean con simpatía el alzamiento de Franco y que muchos de ellos se pasen a su bando dando lugar a los llamados “catalanes de Burgos”.
Durante el franquismo, esta burguesía catalana pierde impulso, si bien va ocupando espacios en los ámbitos de las instituciones culturales y sociales que quedan. Una parte de ella conserva un cierto acervo catalanista, mientras otra claramente se adhiere al nuevo régimen y hasta se convierte en la que podríamos denominar “la burguesía catalana que habla en castellano porque es más fino”.
A partir de mediados de finales de los 60, la vida social y política de Catalunya tiene un nuevo renacimiento, pero que ya no nace de la mano de burguesía catalana tradicional, sino que tiene un claro componente popular, especialmente ligado a la hegemonía de la resistencia centrada en el PSUC, los nuevos movimientos culturales, la nova cançó, los intelectuales, el mundo de la cultura está plena y mayoritariamente vinculada a la iniciativa resistencial, impulsada y dirigida por los comunistas catalanes, alrededor del movimiento unitario que culminó en la Asamblea de Catalunya.
En este momento la tradicional burguesía catalana había perdido toda su capacidad de impulso y renovación. Durante la época democrática encuentra su hueco en el espacio del pujolismo, que aparece como la única opción capaz de cerrar el paso a una izquierda hegemónica en Catalunya al inicio de la democracia. Y es así que se convierte en la denominada “sociedad civil” convergente. Los descendientes de una burguesía otrora dinámica se dedican a ocupar las parcelas de poder cultural y social de la sociedad catalana como son el Círculo del Liceo, el Barça, la Caixa, o el Palau entre otras. Como decía el propio Félix Millet “ somos cuatrocientos que nos encontramos en todos los sitios de poder".
La burguesía tradicional catalana vinculada ahora al pujolismo, cada vez aporta menos al impulso económico. Finalmente con la llegada del predominio del “tocho” (ladrillo) la mayoría de ellos abandona sus empresas en beneficio de la especulación inmobiliaria, abandonando la economía productiva por la especulativa. Mientras la mayoría de los nuevos impulsores de la economía privada catalana, los Lara (Planeta), Andic (Mango), Roures (Mediapro), Núñez, o López (Hotusa) poco o nada tienen que ver aquella burguesía hoy ya obsoleta.
Hoy con la explosión del caso Millet, un prohombre que antepuso su lucro personal al desarrollo de la propia institución que presidía a la que descapitalizó a la vez que impedía cumplir su función de vanguardia en el campo musical, puede iniciarse un necesario tránsito en la sociedad catalana. Esperemos que se dé la necesaria depuración de unos elementos, hoy parasitarios, que ya no tienen nada que ver con sus antecedentes que dieron, en su época, momentos de esplendor a Catalunya.
Como dice el tradicional refrán catalán: “la primera generación crea, la segunda mantiene y la tercera dilapida ”. Es evidente que estamos ya en la hora de la tercera generación de la que fue en su tiempo una burguesía dinámica y emergente, y que hoy es un triste y decadente reflejo del lo que fue un día.
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