31 de des. 2010

Peligros de ruptura de la cohesión social en Catalunya ( y II )

nuevatribuna.es | 31.12.2010

Catalunya ha sido siempre tierra de emigración y de mezcla, lo fue en los años cincuenta y sesenta, con una fuerte inmigración interna, procedente de otras regiones más desfavorecidas y que ayudaron sin duda a hacer de Catalunya una tierra desarrollada económica y culturalmente, el referente más europeo de España.

En los últimos tiempos Catalunya ha sido una vez más receptora de inmigración, esta vez de allende nuestras fronteras, magrebíes, subsaharianos, latinoamericanos, del este de Europa, se han incorporado a la sociedad catalana en todo su territorio en mayor o menor cuantía. Hoy Catalunya es, y debe contemplarse como un fenómeno positivo, no exento de problemas claramente superables, un mosaico donde conviven los catalanes de nacimiento, los catalanes provenientes de otras zonas del estado, los llamados “nuevos catalanes” que ya no lo son tanto, y estos “novísimos catalanes” provenientes de todos los confines. Eso es hoy la nación catalana integrada dentro del Estado español.


La perversa utilización de la emigración

Como hemos indicado Catalunya ha incrementado en pocos años, en más de un millón y medio, su número de habitantes. Ha habido una importante corriente de inmigración exterior, motivada en gran medida por la demanda de mano de obra que precisaban nuestros empresarios, fueran inmigrantes legales o ilegales. Pero como dicen de una forma muy gráfica los dirigentes de CCOO de Catalunya, “pidieron mano de obra y les enviaron personas”. Nuestra muchas veces farisaica sociedad precisaba de mano de obra barata, pero después del trabajo les hubiera gustado que pudieran desaparecer de sus calles.

Ahora, aprovechando la crisis, han ido apareciendo voces que claman contra la inmigración y que piden en ocasiones su expulsión bajo el lema “primero los de aquí”. Y eso cuando es falso que los inmigrantes quiten el trabajo a los nacionales, en primer lugar porque ocupan los puestos que por una u otra razón no parecen interesar a los autóctonos (servicio del hogar, obras penosas en vías públicas, etc.).

No se puede negar que toda inmigración numerosa puede provocar problemas de convivencia. La gente que emigra lo hace, normalmente, por necesidad, en muchas ocasiones es gente pobre, de zonas rurales, con su propia cultura y forma de relacionarse. Esta situación ya se dio en Catalunya con las oleadas de emigración interior hacia Barcelona y otras zonas industriales. La gente procedente de zonas rurales tiene por ejemplo más costumbre de hacer vida en la calle, y ello choca con la concepción normal de los urbanitas. Eso pasó antes y pasa ahora. También es normal que los recién llegados con bajo poder adquisitivo se instalen en las zonas más modestas, que sus nuevos vecinos vean a los recién llegados como competidores y empobrecedores de su ya modesto hábitat. Es por ello que en momentos en que la crisis golpea sea fácil, con la demagogia oportuna, culpar por parte de populistas y xenófobos, a los recién llegados como los culpables de todos los males de la crisis que afectan a los vecinos más antiguos. Y siempre hay muchos “ingenuos” que compran ese mensaje, así no son los “mercados” ni los “poderes financieros y especuladores” los culpables de la crisis, sino el diferente, el recién llegado, el de la piel más oscura o el del hablar diferente, el musulmán o el rumano, aquel a quien es fácil distinguir y hacer el “chivo expiatorio” de nuestros males sociales. Así los emigrantes son los responsables de que se colapsen nuestras escuelas, nuestros ambulatorios, los culpables de la inseguridad, los delincuentes, etc.

Ese mensaje ya se inició hace algunos años en algunos lugares concretos ( podéis ver el articulo en Nueva Tribuna “ Vic un embrión de la xenofobia en Catalunya”), ahora ésto se ha expandido de una forma más general. La iniciadora, la xenófoba “Plataforma per Catalunya” de Josep Anglada ( antiguo dirigente de Fuerza Nueva que ahora no duda en envolverse en la bandera catalana) se ha expandido con su lenguaje raso, brutal y estigmatizador de todo lo que tenga que ver con la emigración. En las últimas elecciones al Parlament logró la no despreciable cifra de 75000 votos y estuvo a punto de conseguir representación parlamentaria. Pero no están solos. En la campaña al Parlament uno de los ejes centrales de la campaña del PP fue la política de mano dura con los emigrantes y es evidente que consiguió adeptos seducidos por su propaganda xenófoba, uno de sus máximos ejemplos fue la campaña anti-rumana en Badalona, por la cual su concejal Xavier Garcia Albiol ha sido llevado ante los tribunales.

Es evidente que la xenofobia es un fruto de fácil cultivo y que da frutos rápidos, porque va dirigido hacia los más bajos instintos humanos de la población. Y lo más peligroso es que se contagia rápìdamente. Si las elecciones al Parlament fueron un aviso, las municipales pueden ser el momento cumbre en que se van a manifestar estas posiciones que no dudaría en calificar de “excrementos político-sociales”, especialmente en localidades con importantes núcleos de población inmigrada. Es evidente que tanto la Plataforma como el PP van a hacer del tema de los emigrantes su caballo de batalla, pero a ellos se pueden sumar aquellos, que como algunos sectores municipales del PSC, después del ambiente de derrota provocado por el resultado de las autonómicas, piensen que pueden perder posiciones por parecer débiles en este tema. Así hemos visto como en los últimos días alcaldes del PSC ( Hospitalet, Salt, Badalona) dictan ordenes contra los migrantes incívicos, como antes lo hicieron contra la utilización del velo islámico Reus, Lérida ( pese a la ínfima cantidad de velos que pueden verse) porque parece que es popular y da imagen de fuerza y valentía.

Es evidente que el peligro de la ultraderecha xenófoba existe, pero es más peligroso aún que sus mensajes contaminen a formaciones democráticas de derechas y aun más que contaminen a las de izquierdas, sólo por el hecho de que sus votantes, al ser los que conviven más con los emigrantes, con lo que son posibles más roces y resquemores, sean más sensibles a los mensajes racistas.

En este momento cabe decir que el problema derivado del aluvión migratorio, demandado por nuestro sistema productivo, y un factor inequívoco de riqueza, debe ser abordado a partir de más inversión social en los barrios y pueblos más afectados por la llegada de los nuevos vecinos. Más escuelas, más ambulatorios, más agentes de integración, etc., en suma más inversión social en estas zonas, es una importante vacuna contra los mensajes xenófobos y racistas. Que la población residente vea que la llegada de los nuevos vecinos ha comportado también una mejora en lo relativo a equipamientos y mejoras en las zonas, evitando que se conviertan en barrios marginados y desheredados. En este sentido han sido poco valorados los esfuerzos realizados y los recursos invertidos por el Gobierno tripartito en estos temas.

Junto a ello la mejor vacuna es otorgar el derecho de voto a los nuevos vecinos y ciudadanos, como mínimo en las elecciones municipales. Es fácil convertir a un ciudadano de segunda sin voto en chivo expiatorio, pero si ese 13% de la población catalana tuviera derecho al voto, ya veríamos como los mensajes serían otros o como mínimo algunos se lo pensarían. Y lo lógico y justo estaría a favor de otorgar ese derecho a los inmigrantes ya implantados, si pagan sus impuestos, si cotizan para nuestras pensiones, si son portadores de riqueza, ¿Porqué vamos a negarles el ser ciudadanos a la hora del derecho de voto, cuando se lo exigimos a la hora de cumplir con sus deberes?.

A pesar de todo debo decir que tengo una percepción pesimista de la situación. En primer lugar porque la táctica electoral, para conseguir votos como sea, por parte de algunos que parecen no razonar en las peligrosas consecuencias de su actuación, pueden provocar rupturas de difícil reparación posterior.

Por otra parte porque el nuevo Gobierno de CiU parece que tiene como objetivo reducir la inversión social en lo referente a sanidad y educación públicas, para favorecer a intereses privados. Y ello sin duda puede provocar una mayor segregación social y por tanto mayor peligro de conflictos sociales y de ruptura de la cohesión en la sociedad catalana.

En las dos partes de este artículo he querido plantear dos temas, el de la lengua, en la primera parte, y el de la emigración, en la segunda, que nos deben preocupar si queremos mantener una cohesión social que Catalunya hasta ahora ha sabido mantener a unos niveles aceptables y beneficiosos para todos.

24 de des. 2010

Peligros de ruptura de la cohesión social en Catalunya (I)

nuevatribuna.es | 24.12.2010


Catalunya ha sido durante muchas décadas una sociedad cohesionada. A pesar de las oleadas emigratorias procedentes de otras comunidades de España, la cohesión social se mantuvo, pese a vivir en situaciones muy especiales como fue la falta de democracia bajo el franquismo.

Es evidente que en todo ello tuvo un papel relevante el PSUC, el partido hegemónico en la clandestinidad que en su enraizamiento entre las clases trabajadoras y culturales supo ligar la lucha por las libertades democráticas y por el reconocimiento nacional de Catalunya. Fruto de ello fue el gran movimiento socio-político que alrededor de la Assemblea de Catalunya, reclamaba Libertad, Amnistía i Estatuto de Autonomía. Toda esa política de integración se resumía en la famosa frase “Es catalán todo aquel que vive y trabaja en Catalunya”, una frase que es un reflejo de la concepción ciudadana de la sociedad catalana.

Sin embargo en los últimos tiempos están emergiendo una serie de actuaciones que por motivaciones espúreas están intentando sembrar la cizaña dentro de la sociedad catalana, que podría llegar a engendrar factores de ruptura en la cohesión social.

La problemática de la lengua

En Catalunya no hay ni ha habido un problema con la lengua. No hay ni ha habido un problema en la utilización de la lengua ni catalana ni castellana, sino que la convivencia ha sido y es muy normalizada. Sin embargo en los últimos tiempos hay quien está intentando llevar a la sociedad catalana, una polémica y unos planteamientos nacidos fuera de la sociedad catalana. Me refiero a la supuesta persecución del castellano. En Catalunya el castellano no es una lengua en regresión, al contrario. La mayoría de los medios de comunicación son en lengua castellana, y ésta tiene una presencia como mínimo igualitaria con el catalán en cuanto a lengua de relación social.

La política de inmersión lingüística, en el terreno educativo, aprobada en su momento hace muchos años, ha sido un intento de evitar la marginalidad del catalán, derivada de cuarenta años de persecución. Y la inmersión lingüística en la escuela ha sido un éxito educativo y social reconocido en el ámbito de la Unión Europea. Se ha potenciado el catalán pero no ha sido a costa del castellano. Los estudiantes catalanes tienen un nivel de conocimiento del castellano equivalente al del resto de las comunidades autónomas españolas. Sin embargo hay quien quiere crear un problema.

Primero fueron gentes ajenas a la sociedad catalana, la crítica a la supuesta marginación del catalán se oía sólo fuera de Catalunya. Sin embargo en los últimos tiempos se han introducido opciones políticas que consideran que pueden tener una presencia política haciendo causa del enfrentamiento social por motivos de lengua u origen. Fue en primer lugar Ciutadans y recientemente el PP ha visto una fuente de posibles votos en el enfrentamiento lingüístico. Un ejemplo ilustrativo. En el Parlamento catalán siempre se ha utilizado como lengua de debate político el catalán, y esto ha sido así con plena normalidad durante casi treinta años. Esta es una diferencia sustancial por ejemplo con el Parlamento del País Vasco. Pero como aquí todo el mundo habla o como mínimo entiende el catalán la normalidad parlamentaria era un hecho. En la última legislatura Ciutadans comenzó a utilizar el castellano en la cámara parlamentaria, de forma forzada y haciendo discursos en los dos idiomas, en muchas ocasiones la mitad del discurso en cada uno. El caso no tendría más importancia que su exigua representación. Pero en esta legislatura la Presidenta del PP catalán, Alicia Sánchez Camacho se ha apuntado al carro de Ciutadans, introduciendo, de forma forzada, una problemática de lengua donde no la había.

Parece que el nuevo “lerrouxismo” quiere instalarse en la sociedad catalana, a partir de crear un falso problema, pero que si se insiste y tiene contrapartes similares en el arco opuesto del Parlament como la Solidaridad por la Independencia (SI) de Joan Laporta, puede llevarnos a que al final cristalice lo que hasta ahora no existía que es un enfrentamiento entre sectores sociales castellano y catalanohablantes, y esto sería sin duda un grave peligro que se debería combatir por parte de los partidos catalanes desde CiU a ICV, pasando por ERC y el PSC. Lo peor que pudiera ocurrir es que ERC se decantara por un populismo catalanista para combatir a SI, y el PSC, ante su derrota electoral, optara por competir con el PP y Ciutadans. Ello llevaría al fracaso a aquella concepción hegemónica que impulsada por el PSUC ha sido heredada por todo el catalanismo democrático hasta nuestros días.

La lengua no es ni ha sido un problema en Catalunya. La población, en especial las nuevas generaciones hablan tanto una como la otra lengua. Y el mejor ejemplo de que la lengua no es un problema lo vemos en los hijos de los nuevos emigrantes, estos no sólo hablan los dos idiomas oficiales, sino que en muchas ocasiones, especialmente los magrebíes o los subsaharianos hablan tres o cuatro lenguas. Los hijos de magrebíes por ejemplo es frecuente que hablen, el catalán, el castellano y el árabe o el amazig y el francés, sirviendo en muchos casos de ocasionales traductores a sus padres. Este si que es un buen ejemplo frente a los retrógrados que pretenden enfrentamientos lingüísticos.

En la segunda parte de este tema, en un próximo artículo, entraré a analizar el otro peligro de la ruptura de la cohesión, el referido a la situación derivada de la nueva emigración.

7 de des. 2010

Los ciudadanos, los controladores y el Gobierno

nuevatribuna.es | 07.12.2010


El puente de la Constitución ha sido un puente maldito para cientos de miles de ciudadanos que se han encontrado con los aeropuertos convertidos en una ratonera sin salida. Sabemos quien han sido los que han “pagado el pato”, los ciudadanos inocentes.

Creo que una gran mayoría podríamos estar de acuerdo en quienes han sido los culpables directos, un grupo reducido de personas, los controladores aéreos, que son una casta privilegiada y corporativa, que utilizan métodos no legales, para chantajear y defender sus condiciones privilegiadas. Condiciones privilegiadas que deberíamos recordar algunos gobiernos les dieron, concedieron o consintieron en su tiempo.

Pero que papel tiene en todo este lío el Gobierno Zapatero. Yo creo que el Gobierno ha actuado de forma farisaica y tratando de engañar a la opinión publica. Y me explico. ¿Por qué precisamente en este Consejo de Ministros se adopta este acuerdo que podría haberse adoptado en cualquier otro, antes o después? El Gobierno era consciente de la posible reacción de los controladores y pese a ello aprueba esa medida sabiendo que la reacción de los controladores podría provocar un caos y afectar a un gran número de ciudadanos que aprovechaban el puente para desplazarse.

Creo sinceramente que el Gobierno ha actuado de forma premeditada. Y después da una demostración de fuerza, que envía una foto de unos desalmados frente a los que un gobierno fuerte reacciona con presteza (presteza si pero con miles de damnificados inocentes).Y esa foro es a nivel interno e internacional. Parece ser que las fotos de cara a especialmente los mercados es lo único que preocupa a nuestro Presidente.

Pero además hay otras razones. El "follón" de los controladores oculta el resto de medidas aprobadas por el Consejo de Ministros, alguna de ellas tan grave como la adoptada en relación a la reforma de las pensiones. El Gobierno hecha un órdago que cuestiona la ponencia del Pacto de Toledo y sitúa a los sindicatos entre la espada y la pared. Prácticamente sin tiempo para intentar un acuerdo en el dialogo social.

Y eso es especialmente grave, porque es evidente que existen posibilidades para un consenso en la reforma de las pensiones. Pero ese consenso es imposible si se hace a partir de posiciones inamovibles como la que el Gobierno plantea de retrasar la edad de la jubilación a los 67, cuando es evidente que es fácil potenciarla voluntariamente mediante mejoras a los que se acojan a atrasar su edad. Cabria preguntarse: ¿el Gobierno quiere un acuerdo sobre esa reforma "estructural” de las pensiones?, o sólo le interesa la foto de un gobierno valiente que aplica un retraso obligatorio de la jubilación a los 67 años, no porque sea la única posibilidad de reforma posible, sino porque es la reforma que ya ha vendido a los mercados.

Creo que esto es lo fundamental de lo que ha sucedido este puente. Todo ello sin entrar a plantear el contenido del decreto que afecta a los controladores que contiene cuestiones muy peligrosas como considerar que las incapacidades temporales (las bajas por enfermedad con parte médico) o las horas sindicales no computan en el horario laboral. O sin plantear la demagogia de atacar al derecho de huelga en sectores esenciales, sin tener en cuenta que lo que ha sucedido nada tiene que ver con el derecho de huelga. En definitiva los controladores y sus actuaciones son despreciables, pero la actitud del gobierno, en este caso, debe descubrirse y denunciarse.