28 de nov. 2010

Los pronósticos se han cumplido y la derecha es hegemónica en Catalunya

nueva tribuna | 28.11.2010


Finalmente la profecía de las encuestas se ha cumplido totalmente. Las derechas se han hecho con la hegemonía en Catalunya. Se ha dado un importante índice de participación, superior a las pasadas elecciones autonómicas y es evidente que se ha producido con una movilización plena del electorado de derechas y una desmotivación y desorientación del tradicional electorado de izquierdas.


CiU ha conseguido una victoria histórica, es mayoritaria en todas las comarcas de Catalunya y con casi un millón doscientos mil votos, cuando el PSC se ha quedado en poco más de quinientos cincuenta mil.

También el PP sube sus votos y consigue la mejor representación parlamentaria en toda la historia del Parlament de Catalunya . Y no sólo eso, la Plataforma X Catalunya, partido xenófobo y claramente racista, se ha acercado al 3% mínimo para conseguir representación parlamentaria y ha aglutinado a más de 75.000 votos.

Por el contrario, el PSC ha conseguido su peor resultado desde la instauración de la autonomía en Catalunya. ERC por su parte sufre un varapalo impresionante y pierde más de la mitad de sus votos y pasa de 21 a 10 diputados. Por su parte ICV es la fuerza de izquierdas y del tripartito que sufre las menores perdidas, 2 diputados, y se sitúa como cuarta fuerza política de Catalunya por delante de ERC.

Finalmente Ciutadans se mantiene en sus posiciones y el populismo independentista y claramente de derechas de Solidaritat de Joan Laporta entra en el Parlament con 4 diputados. Estos dos grupos claramente antagónicos en la cuestión nacional tendrán que compartir grupo Mixto.

La nueva composición del Parlament tendrá una fuerza hegemónica, sin mayoría absoluta, 62 de 135 escaños y con siete grupos parlamentarios, uno más que en la pasada legislatura, lo cual también determina una fragmentación y gran pluralidad.

Se veía venir

El resultado se veía venir. CiU y Artur Mas han hecho una campaña “light” vendiendo la necesidad de un cambio frente al desgobierno y la negra situación que han pintado significaba el tripartito. Es decir una campaña de crítica constante que llevamos ya más de siete años oyendo en boca del dirigente de CiU, y claramente ampliada por medios de comunicación de gran influencia en Catalunya y lo que es peor amplificado por los propios medios públicos dependientes de la Generalitat. Mas ha hecho una campaña pública continua de sus críticas y ha ocultado su programa electoral, claramente ultraliberal y que significará, de aplicarse, una grave regresión para la cohesión social de Catalunya. Es evidente que CiU se ha hecho con los votos de una gran parte del electorado de clase media que votaba en otras ocasiones al PSC, sólo cabe contemplar los resultados electorales del Baix Llobregat.

El PP ha hecho de la campaña contra la inmigración y contra Zapatero su único lema y es evidente que también ha conseguido subir en zonas claramente obreras donde el peso de la emigración es alto y donde una parte de personas trabajadoras con miedo ante la crisis y que culpan fácilmente a la emigración de todas sus desgracias se han inclinado por el PP, cuando no lo han hecho por la Plataforma X Catalunya. Esta es una situación que desgraciadamente ya hemos visto en otros países, como Francia, donde electorado obrero de izquierdas sucumbe al mensaje simple y demagógico de quienes culpan al diferente de todos los problemas.

Falta de discurso político en la izquierda

Como ya he dicho en otros artículos los partidos del tripartito han pagado no su inacción de gobierno, porque es evidente y nadie puede negar avances en la modernización y cohesión social de Catalunya, sino la falta de discurso político que enfrentar a la crítica continuada de la derecha. Este ha sido su principal desajuste y en especial por parte del President de la Generalitat José Montilla. Jamás un President saliente ha tenido un resultado tan nefasto como Montilla. Es evidente que ha pagado parte de sus culpas de no saber trasmitir los objetivos del gobierno y de dar una plena autonomía a unos medios públicos de comunicación infestados hasta los tuétanos de convergentes. Pero es que Montilla ha tenido que hacer frente a su referente estatal, el PSOE, que desde el inicio de la legislatura se sabía que hubiera preferido a Artur Mas de President, y además a una parte de su propio partido que se encontraba incómoda con sus socios de coalición. Y como guinda, ha pagado el pato de la política antisocial de Zapatero, que ha llevado a la abstención a un sector significativo de sus votantes, especialmente trabajadores. Y las contradicciones de una campaña que parecía diseñada por su peor enemigo. ¿Cómo es posible que en campaña Montilla reniegue del tipo de gobierno que ha dirigido los cuatro últimos años? ¿Cómo es posible que Montilla, con Corbacho al lado, pida el voto para evitar recortes sociales? Además con sus tomas de posición Montilla renunciaba a toda posibilidad de volver a gobernar al renunciar a los aliados que hicieron posible su gobierno.

Por su parte ERC ha sucumbido a su incoherencia y a sus problemas internos, como la eliminación de Carod Rovira, que por mucho que alguno pueda sorprenderse es una de las personas que más ha evolucionado hacia el pragmatismo en este partido. Así como emprender en la última parte de la legislatura una deriva hacia un independentismo teórico que le ha privado de votos por todas partes hasta reducirlo a su dimensión de quinta fuerza política.

ICV ha sido el partido del tripartito que ha resistido mejor el embate de la derecha, y ello sólo puede ser debido a la coherencia de su política, ha mantenido en todo el momento su discurso y por tanto a sus electores les ha sido fácil continuar identificándose: unidad en la defensa contra los recortes del Estatut y posición clara contra una salida regresiva de la crisis.

… y ahora

Esta es la situación de las elecciones. Ahora se inicia el proceso de sus consecuencias. Artur Mas en su primer discurso pide la unidad de todos para hacer frente a la situación actual, tanto de crisis económica como de los problemas del autogobierno. La única respuesta clara ha sido la de ICV que ha dicho estar dispuesta a un gran acuerdo nacional para hacer frente a los recortes del Constitucional y como solventarlos, pero a la imposibilidad de acuerdo y por tanto beligerancia ante planteamientos de salida de la crisis que se carguen sobre los más débiles. Parece que estos dos partidos CiU e ICV tienen claramente definidas sus posiciones y propuestas estratégicas.

El PSC es quien se encuentra en el peor callejón. Veremos que pasa con Montilla. De momento ya ha anunciado que no piensa repetir como primer secretario del PSC. Y el PSC deberá despejar una contradicción, quiere continuar siendo una alternativa al Gobierno de Catalunya con las alianzas políticas que ello comporta en el futuro, o se va a limitar a renunciar al gobierno de Catalunya en el futuro y se centrará en la lucha por las municipales y acarrear votos para las legislativas al Gobierno del Estado. En todo caso se prevén aires de fronda en el PSC.

ERC es una incógnita, ¿serán capaces de hacer una autocrítica interna?, ¿volverán a surgir las tendencias internas que cuestionen al actual grupo dirigente?, ¿qué piensa hacer Carod que dijo que no hablaría hasta después de las elecciones? ERC se encuentra en una situación difícil debido a su incoherencia. En las últimas semanas ha pasado de ser parte de un gobierno de izquierdas y catalanista a suplicar un acuerdo con CiU. La pregunta es ¿Que quiere ser ERC cuando sea mayor? Y todo ello a pesar de tener una persona de “seny” y racional como Ridao de secretario general.

Para el PP la política está clara también, rondar a CiU de momento, como mínimo en todo lo que comporte apoyar políticas liberales en los campos económicos y sociales. Y plantearse el resultado como el primer paso para apoyar el triunfo futuro de Rajoy. Los resultados de estas elecciones al Parlament han arrojado la mínima diferencia entre el PSC y el PPC en toda la etapa autonómica. Y eso es importante para el futuro del gobierno del Estado. No olvidemos que la aportación de votos y diputados del PSC (25 en la actual legislatura) y el reducido papel del PP en Catalunya han sido importantes a la hora de los triunfos electorales del PSOE en España.

Y a todo ello cabe añadir el incremento de grupos demagógicos en el Parlament. Si ya teníamos a Ciutadans y su cruzada perpetua sobre los supuestos peligros y discriminación que sufre el castellano en Catalunya, ahora sumamos la demagogia independista de Laporta que quiere la independencia para esta legislatura. Y lo más grave, deberá analizarse como evolucionarán los seguidores del Le Pen catalán, Plataforma X Catalunya, que pueden salir muy reforzados en las próximas municipales.

Y por último, una vez más parece claro que los corruptos no pagan. El caso “Palau i Millet” no ha afectado en nada a CiU. Es para recapacitar sobre qué sociedad estamos creando si de ciudadanos o de clientes o compradores.

21 de nov. 2010

Elecciones en Catalunya: la negra nube de las derechas avanza inexorable

NUEVATRIBUNA.ES - 21.11.2010

El programa de CiU es claro. Se reduce a los postulados típicos de la derecha más rancia. Y, en aspectos como los económicos y sociales, incluso se puede situar en la misma línea antisocial que el programa del PP. Básicamente, consiste en defender menos impuestos y facilitar los servicios básicos en base a las posibilidades de cada cual.

Cuando falta menos de una semana para la celebración de las elecciones catalanas, parece ya inexorable que las derechas se impongan en Catalunya. Todo indica que la negra noche de la reacción va a controlar de nuevo la nación catalana y que nuevamente las políticas sociales van a sufrir una fuerte regresión.

El ambiente de la campaña electoral contribuye a confirmar la sensación de hegemonía de unas derechas exultantes, y el desconcierto y el desánimo instalado en la mayoría de las fuerzas políticas del tripartito gobernante.

Las derechas han hecho una campaña diferenciada de acuerdo con sus objetivos. La campaña del PP, claramente escorada hacia la derecha más ultra, se ha centrado casi en exclusiva en plantear de forma demagógica el peligro de la inmigración, de cualquier tipo de inmigración. Ha estado claramente dirigida hacia los más bajos instintos de sectores que viven en barrios con fuerte aglomeración de población inmigrante, lo que puede provocarles sentimientos de rechazo. Esta campaña, que puede dar sus frutos a corto plazo recogiendo un puñado de votos, conllevará a medio plazo el germen de sentimientos racistas y xenófobos que pueden provocar fracturas difíciles de curar dentro de la sociedad catalana. Lo que se evitó en los tiempos de la emigración interior, cuando la hegemonía del PSUC consiguió una importante cohesión social en Catalunya basada en el concepto de ciudadanía y resumida en el lema de que “es catalán quien vive y trabaja en Catalunya”, puede ahora, aprovechando la situación de crisis económica, verse en peligro con actuaciones populistas y demagógicas como las utilizadas en esta campaña por el PP que son dignas de ser suscritas por los grupúsculos racistas. El PP ha hecho en Catalunya un flaco favor a la cohesión social por el estrecho objetivo de conseguir unos cuantos votos que en nada van a cambiar su papel claramente marginal en Catalunya.

CiU parece que va a ser la fuerza más votada y todo se reduce a saber por cuánto va a obtener su victoria electoral y si va a conseguir o no la mayoría absoluta. Es evidente que el triunfo de CiU va a significar un claro retroceso de la sociedad catalana. Significa el triunfo de los que más tienen, de los poderosos, de los que reniegan de un estado del bienestar amplio. El programa de CiU es claro, a pesar de que ha sido poco aireado por ellos mismos y lamentablemente también por sus adversarios. Se reduce a los postulados típicos de la derecha más rancia. Y, en aspectos como los económicos y sociales, incluso se puede situar en la misma línea antisocial que el programa del PP. Básicamente, consiste en defender menos impuestos y facilitar los servicios básicos en base a las posibilidades de cada cual, eso si garantizando unas bases mínimas muy reducidas. CiU plantea eliminar el impuesto de sucesiones, que actualmente afecta únicamente a aquellos que reciban más de 2 millones de euros. También quiere suprimir el suave incremento del impuesto sobre la renta, realizado por el tripartito, a aquellos cuyas rentas superen los 120.000 euros anuales. Asimismo, propone establecer desgravaciones de impuestos para los que paguen mutuas privadas. En el ámbito de la educación, se potencian las escuelas concertadas y se mantienen los privilegios de las escuelas religiosas. Es decir, lo que pretende es la reducción de la inversión, especialmente en materias como sanidad y educación públicas sobre las que planea la sombra de la privatización de la gestión. Paralelamente, su objetivo es potenciar los sistemas privados de salud, educación, dependencia etc. En cuanto a objetivos de consecución nacional, CiU oculta su supuesto nacionalismo y todo parece indicar que volverá a su política de “peix al cove” ( pez al cesto) propio de la política pujolista, es decir, al mercadeo de votos con el gobierno estatal de turno a cambio de partidas económicas concretas. Vamos a ver progresar de forma más rápida una cultura política social y cultural más provinciana y basada en potenciar el victimismo permanente.

En definitiva, CiU parece decidida a volver con la intención de que la época de gobierno tripartito quede en el recuerdo como un accidente histórico en una Catalunya que, a su juicio, les pertenece por derecho propio a ellos, a los “verdaderos catalanes”. Y todos debemos lamentar que una vez más la corrupción no pase factura a los políticos y que casos como el del Palau que ha puesto en evidencia la financiación irregular de Convergencia no pese en la decisión final de los votantes.

Es evidente que el triunfo de la derecha, que puede ser muy importante, no puede entenderse sin los errores y la actual actitud de desconcierto y resignación de la mayoría de los partidos de la izquierda. A pesar de esos errores, los gobiernos tripartitos tienen un balance social muy positivo que ha situado a Catalunya en un nivel de bienestar social cualitativamente superior al que heredaron de los gobiernos de Pujol. En materias como educación (escuelas, guarderías y profesorado público), sanidad, vivienda pública, seguridad vial, etc., el nivel actual es de una gran calidad y muy superior al de otras autonomías. Pero al gabinete de Montilla le ha faltado relato político y ha tenido que hacer frente a un constante ataque por parte de poderes económicos y mediáticos, especialmente de La Vanguardia y la propia televisión y radio autonómicas. El gobierno tripartito dotó a estos medios de plena autonomía sin tener en cuenta que eran organismos creados por el pujolismo y trufados con esa ideología.

El PSC parece totalmente entregado a la derrota, deseada incluso por el propio PSOE que en su momento ya lamentó la reedición del tripartito y ahora no ha podido ocultar -y así lo ha manifestado- su satisfacción ante la renuncia de Montilla a plantearse otro pacto en el futuro con sus actuales socios. Montilla, hasta ahora presidente de la Generalitat, parece renegar del gobierno que ha dirigido aunque ello comporte y signifique abdicar de cualquier posibilidad de volver a gobernar. Parece como si finalmente el PSC se hubiera plegado a los deseos del PSOE, es decir, a aceptar ser un partido que nunca aspire a gobernar en Catalunya y se limite a participar en las elecciones municipales y generales con el único fin de conseguir votos para la gobernación de España. Asimismo, es evidente que el PSC pagará a través de su electorado la desafección que han provocado las políticas económicas del Gobierno de Zapatero.

Por su parte, ERC rendirá cuentas de la frivolidad de su política, de sus virajes y de sus luchas internas. Da la impresión de que cada vez que un dirigente de ese partido adquiere una cierta madurez política, se le defenestra de forma inmediata. Puede que el único elemento positivo, desde un punto de vista estratégico para el conjunto de la izquierda catalana, pueda ser que el batacazo electoral provoque en ERC una reflexión en profundidad, opción que es harto dudosa.

En cuanto a ICV, todo parece indicar que es la fuerza del tripartito que mejor puede aguantar el chaparrón electoral, sin duda debido a que se ha presentado ante sus electores con coherencia en lo que respecta a su actuación pasada, sin resignarse ante el crecimiento de la derecha y defendiendo claramente postulados de izquierda basados en la defensa del estado del bienestar, del reparto de las cargas fiscales y del autogobierno de Catalunya establecido en el nuevo Estatut.

Es evidente que la caída de la noche de las derechas en Catalunya no es sólo un problema catalán. Tiene un efecto claro sobre el futuro de la política española. Esta derecha catalana, la CiU de Mas, no es la de Pujol. Y la derrota electoral de los socialistas no tiene sólo una lectura catalana sino que es la antesala de lo que puede suceder en las elecciones estatales del 2012. Catalunya posiblemente dejará de ser un granero de votos para el PSOE, y eso significa un paso más para que la negra noche de las derechas se extienda a toda España.

16 de nov. 2010

Campaña electoral catalana: Yo opto por Joan Herrera

NUEVATRIBUNA.ES - 16.11.2010

Yo opto por Joan Herrera e ICV porque su programa establece la prioridad de la lucha contra la crisis desde una posición clara y genuinamente de izquierdas, contra las políticas de renuncia del PSOE basada en el recorte de derechos y de cargar el peso de la crisis de forma unilateral sobre los trabajadores y las capas populares (sólo les ha faltado traer a Corbacho para acabar de desmoralizar a los propios afiliados del PSC).

Catalunya está en plena campaña electoral para elegir el próximo Parlament de Catalunya el domingo 28 de noviembre. Es una campaña muy especial porque parece que ya hay una serie de hipótesis que todo el mundo da por sentadas.

En primer lugar, la campaña está dominada por un sentimiento de apatía y lejanía de los electores, hasta el punto de que se discute si la participación llegará al 50%. Por otro lado, una gran parte de los propios contendientes parte del convencimiento de que se producirá un seguro triunfo electoral de Convergencia y Unió.

Ante esta situación, es preciso aclarar de forma anticipada que soy de la gente que declara públicamente que opto y hago campaña por Joan Herrera e Iniciativa per Catalunya Verds. Y básicamente porque es una opción que, al contrario que otras, no acepta la resignación.

Joan Herrera y su formación política son los únicos que no reniegan del pasado de los dos gobiernos tripartitos. Fundamentalmente porque es la única posibilidad de presente y futuro para un gobierno de izquierdas y progresista para Catalunya. Y esta no es la actitud de ERC que hoy, bajo una dirección suicida, se encierra en un planteamiento abstracto con la independencia como única bandera y se olvida de la opción por un gobierno de izquierdas que hizo hace siete años. Ni tampoco es la actitud de José Montilla y del PSC que, al renunciar públicamente a reeditar el tripartito, renuncian al legado de sus años de presidencia de la Generalitat y a la posibilidad de gobernar de nuevo. Con esas actitudes, las de Montilla y Puigcercós, a Más se las ponen - como se dice en Catalunya- como a Felipe V, es decir, en bandeja.

Yo opto por Joan Herrera e ICV porque significa una opción que no se resigna al gobierno de la derecha, una opción que reivindica la gestión de la izquierda en Catalunya en estos últimos años, que pese a todo y a la falta de un discurso político que explicara su actuación, ha comportado en realidad una actualización y modernización muy superior a la de los años de gobierno de Pujol.

Yo opto por Joan Herrera e ICV porque su programa establece la prioridad de la lucha contra la crisis desde una posición clara y genuinamente de izquierdas, contra las políticas de renuncia del PSOE basadas en el recorte de derechos y en cargar el peso de la crisis de forma unilateral sobre los trabajadores y las capas populares (sólo les ha faltado traer a Corbacho para acabar de desmoralizar a los propios afiliados del PSC). Porque ICV reitera la necesidad de un cambio imprescindible de la política fiscal: no sólo que grave a los que más tienen y a los beneficios especulativos, sino que potencie la lucha contra el fraude fiscal. Porque es una opción política coherente que en el Parlamento y en la calle ha estado siempre al lado de los sindicatos y la clase trabajadora.

Yo opto por Joan Herrera e ICV porque ponen por delante el conflicto social, sin renunciar a la defensa de los derechos nacionales de Catalunya y a la esperanza que represento el nuevo Estatut mutilado por el Tribunal Constitucional. Y porque su modelo es claramente el de una España federal y plurinacional como mejor marco de convivencia para todos.

Joan Herrera e ICV tienen una opción claramente definida a favor de los derechos sociales y la laicidad de la sociedad. Laicidad de verdad, no como las vergonzantes posiciones del PSOE y del PSC que se inclinan ante el peso de la Iglesia. Este pasado domingo, Zapatero se hacía el progre en la campaña diciendo que él no se inclinaba como el PP y CiU ante la Iglesia. Eso sí, no explicó por qué ha retirado la Ley de Libertad Religiosa ni mencionó que el suyo ha sido el gobierno que más ha subvencionado a la Iglesia (en este sentido, y pese a no ser santo de mi devoción, reconozco el magnifico artículo de Fernando Savater en el país sobre el tema).

Yo opto por Joan Herrera e ICV porque es la formación que une las raíces de un hilo rojo, que proviene del magnífico proyecto de integración social que significó el PSUC de la transición y que conocí a finales de los 60, con un nuevo hilo verde de un ecologismo necesario para hacer frente al desarrollismo, que no desarrollo, hegemónico hoy en día y que está enterrando las posibilidades de la sostenibilidad del planeta.

Joan Herrera e ICV significan una izquierda cierta, de verdad, que no se envuelve en banderas sino que defiende la ciudadanía y sus derechos a cara descubierta. Es la única fuerza política que da la cara por la inmigración frente a los ataques más o menos virulentos de todas las derechas, desde las ultramontanas hasta la xenofobia táctica que el PP ha hecho entrar en esta campaña y el fariseísmo de CiU (sólo hay que escuchar a Duran Lleida quejándose de que Catalunya va a perder su identidad porque la mayoría de los nuevos catalanes que nacen son hijos de inmigrantes), y la falta de respuesta de las otras opciones.

Yo opto por ICV porque es una opción política que mantiene un compromiso de solidaridad internacional en temas como el del Sahara, frente a las vergonzosas actitudes del Gobierno Zapatero y las de aquellos que anteponen los intereses a la defensa de los derechos humanos.

Yo opto por Herrera e ICV porque es una opción, como antes fue el viejo PSUC, que tiene las manos limpias y a la que no se le conocen corruptelas que afectan a otros. Porque es un partido que no engaña a nadie sobre lo que es, y por eso los medios de la derecha catalana y su portavoz “La Vanguardia”, la del inefable Conde de Godo, ha hecho de ICV y de Joan Saura el centro de su crítica constante y encarnizada durante los últimos cuatro años, expresando el deseo de los intereses de los poderosos en Catalunya de echar como fuese a ICV del Gobierno de la Generalitat.

Y opto entre otras muchas cosas por ICV, porque es la opción que en Catalunya nos ha reconciliado a muchos de los perdedores con nuestra Memoria Histórica con mayúsculas. Una memoria histórica que es la del pueblo catalán que como el resto de los pueblos del estado fue oprimido por una dictadura sangrienta y que hoy reivindica a los que lucharon por la legitimidad republicana en la guerra civil y en la lucha clandestina contra la dictadura.

Y finalmente opto por Joan Herrera e ICV porque son los únicos que aún no han arrojado la toalla y que están dando la batalla política por una victoria de la izquierda, pese a la rendición del resto de sus hasta ahora compañeros de gobierno. Y la batalla electoral no está perdida hasta el 28. A lo mejor es por esto que las encuestas señalan que ICV es el partido del tripartito que mejor saldrá de las elecciones. A lo mejor es porque las enfoca a la ofensiva y no en retirada como otros.